viernes, 26 de agosto de 2016

Acción poética

Si vas conduciendo y te encuentras con un coche fúnebre que circula sin un féretro, contempla la posibilidad de causar un accidente para resolver la contradicción intrínseca.

viernes, 5 de diciembre de 2014

lunes, 30 de septiembre de 2013

Ya no me caigo de la cama


Se me ocurrió una interesante metáfora para el paso a la edad adulta y la emancipación. Se me ocurrió narrar que al cambiar la posición de la cama en una habitación la dependencia se disolvía, desaparecía, se esfumaba. Que en casa de los padres uno de los lados de la cama está pegado a una pared. Y te independizas y de repente tienes una gran cama que se junta con la pared por el cabecero. La pérdida del sustento paterno simbolizada en la ausente pared; algo así como un paso más allá de quitarle el último ruedín a la bicicleta, pero quitándole la última pared a la cama. Y así reafirmas tu posición de independencia y te aseguras la posibilidad de elegir cada mañana por qué lado de la cama vas a salir (aunque siempre usarás el mismo). Pero la cuestión es que puedes vivir como te dé la gana y eso hay que celebrarlo.

Entonces charlé con un amigo sobre el libre albedrío y la ilusión de elección, entre otras cosas. Mi amigo no me necesita, ni yo a él. Y sin embargo siempre estamos ahí el uno para el otro. Mi amigo sería un poco como los pies de la cama. No lo usas para dormir y a priori no parece imprescindible, pero se te ofrece constantemente cuando necesitas un lugar donde apoyarte, como cuando te atas los zapatos, recalculas tus últimos movimientos del día recién acabado o ensayas mentalmente por la mañana todos los discursos que deberías declamar en las horas siguientes.

Así que aquí andan las piezas: primero, nuestros padres nos dan dos (ruedas y paredes, en la cuna), dirigen del todo nuestra vida, no tenemos la opción de caer a un lado u otro. Después nos quitan una, pero eso no es una invitación a elegir aún, sino más bien a equivocarnos, y nos caemos unas cuantas veces mientras practicamos para seguir rectos, pero todavía tenemos una red de seguridad. Y cuando más tarde ellos se van y nos dejan dejarles, ahí sí, llega el momento de elegir, que es la forma más cruda y complicada de equivocarse, porque da lo mismo por qué lado caigamos o salgamos de la cama, que nunca habremos acertado.

Se me ocurrió que quizá la metáfora podía ser aprovechada y utilizada a nuestro favor, que igual sería posible alargar la niñez simplemente manteniendo la misma cama. O incluso recuperarla solo con arrimar la cama a la pared. Pero no estoy seguro de saber qué quiere decir la niñez. ¿Inocencia, irresponsabilidad? ¿Novedad, pasión? Bueno, las cuatro cosas se pueden obtener de una buena amante. Hay una quinta cosa algo más difícil de obtener, incluso cuando aún se es niño, y es estar libre de ansia. Y esta es particularmente difícil de obtener de una buena amante.

Da igual cuánto tarde, porque el momento acabará llegando. Pero dormir en una cama con dos lados no es tan fácil como parece. Elegir no es nada sencillo. Más de uno se caerá si no está pegado a la pared. Y los hay que sencillamente ignoran uno de los lados, construyendo un muro imaginario en medio, usando solo una mitad, o no se mueven de su esquina, temiendo que la escasez de puntos de apoyo lleve a la cama a desmoronarse.

Veo que no avanzo, que no sé elegir por qué lado dirigir la escritura. Maldita la interesante metáfora que me ha traído hasta aquí. Escribió Kundera en La Insoportable Levedad del Ser: "Tomás no se daba cuenta en aquella ocasión de que las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede surgir de una sola metáfora". Metáfora infame.Yo ya no me caigo de la cama, porque duermo pegado a ti.

lunes, 5 de agosto de 2013

OchoQuince 1x02: Especial Breaking Bad

Esta mañana ha salido el segundo número de esta revista en la que colaboro con un relato llamado White to black (página 44). Todo el número está dedicado a Breaking Bad, cuyo final empieza este día 11. Para leer mi relato no es imprescindible haber seguido la serie, aunque creo que es recomendable.
También participé en el primer número con un artículo (Phil The Human: "Los niños no somos estupidos") y un relato (La Fábrica: Episodio I). La podéis encontrar AQUÍ.

 Hala, hala, a disfrutarla y difundirla.

 Muchas gracias a @jesusvs_txetxu y a @sickmonkeys por haberme incluido en su proyecto.

 www.ochoquincemag.com

lunes, 1 de abril de 2013

Juntar los puntos

Me apellido Gallardo. Al describir a un nuevo personaje es ideal comportarse como el que diseña pasatiempos. Más concretamente, como el que distribuye unos puntos ataviados con unos números que señalan un orden. Solo escribo de Pascuas a Ramos, pero en esos periodos de inactividad me da tiempo a descubrir alguna que otra cosa sobre la escritura. En ocasiones ese descubrir se confunde con crear, pero nunca sé hasta qué punto no estamos recuperando una idea que a alguien se le ocurrió, aunque no la expresara. Consiste en indicar vagamente unos vértices del personaje, ciertos rasgos que lo definan, pero teniendo en cuenta que quizá sea un niño quien lo resuelva, y aun así deberá ser reconocible. Tantos y tantos miles de millones de personas han existido, tantísimos años han vivido, y cada uno con su lengua incansable, articulando sin parar una sílaba tras otra, en diferentes idiomas quizá; por eso, ¿cuántas combinaciones de palabras quedan aún inexploradas y vírgenes? La hermana de mi padre se casó con el señor Buendía, pero no era familiar de Aureliano, ya lo he comprobado. Muchos se limitarán a empuñar un bolígrafo y con líneas rectas y firmes unir el [·1 -Sus manos eran fuertes, como las de un estibador, grandes y rugosas, como el casco de un viejo barco] con el [·2 -El pasado de bailarina forjó en sus ojos unas armas de mujer que no conocieron jamás el desgaste y siempre brillaron en las batallas], y éste con el [·3 -Solo a los niños y a los borrachos les permitía ver la belleza de sus manos y la furia de sus ojos, después de toda una vida dedicada a otras vidas]. Y así sucesivamente, con su bolígrafo fuertemente asido, marcando la hoja y también las posteriores. Otros esbozarán a lápiz con suavidad y luego adornarán tus guías con sus propias aportaciones e incluso recurrirán a un retrato para reconocer aún más a un ser querido o ya imaginado por ellos, reinventado, redibujado y readornado. Y recurrente. Mi primo se llama José, pero José a secas. Ni José Aureliano, ni José Arcadio, ni tampoco Aureliano José, por supuesto. Así que las iniciales de mi primo son J.B., como el whisky. Y a un labrador negro que compraron, su hermano lo llamó Cardhu, aunque los demás lo llamaban como a mí. Si un millón de monos no tiene apenas posibilidades de recrear un Shakespeare, ¿qué opciones tengo yo, que solo soy un hombre, de Inventar una frase completamente nueva? Una frase que jamás se haya escrito, dicho, o pensado, susurrado, soñado, cantado, representado o articulado. Una, en fin, que nunca se haya generado. Virgen, como decía antes. A veces escribo con música, o con la televisión puesta, de fondo, y a veces con una copa a mano derecha, esta noche de ginebra. Acaba de terminar La Huella, con Michael Caine, es decir M.C. Coprotagonizada por J.L. y dirigida por K.B. Me gusta más que la versión de los 70, en la que M.C. interpreta al joven. 

Los rasgos físicos a veces ayudan a conocer por dentro un personaje, pero tiene mucha importancia el cómo se dan esos datos. Por ejemplo, no sería lo mismo decir de mí que tengo los ojos marrones o pardos, o que soy razonablemente alto o anormalmente estirado. Alguien podría escribir que soy patizambo o en su lugar mencionar una ligera cojera, o incluso ignorar o no un tic que inquieta la comisura izquierda de mis labios y que por ello siempre bebo mi copa, esta noche de ginebra, por el lado derecho.

miércoles, 30 de enero de 2013

La larga calleja o De Glauco, Escila y Circe

Hay en esta calleja dos mujeres. Una me dice "vente conmigo" la otra me dice "olvídate de mi" y yo no hago caso a ninguna de las dos. Pero yo no sé si es que se me da mal elegir o es que no estamos hechos para esto.

He preguntado en el Consejo y entre mis hermanos y me han confirmado que si yo hiciera lo opuesto, ellas dirían lo contrario. Y yo no sé si es que somos todos tontos o es que nos esforzamos mucho en parecerlo.

jueves, 24 de enero de 2013

Que llores, que no llores

Lo que daría por que en tus ojos se intuyera una sola lágrima por mí. Lo que daría. Daría mi alma si es que tengo, daría mi vida si es que es mía, daría el mundo si lo obtuviera. Que si en tu mente cupiera la idea de llorar por mí, así obtendría yo el mundo.

Y en cuanto la posibilidad se dibujara ante mis ojos, lo que daría por que esa lágrima no se derramase de los tuyos. Lo que daría. Daría mi vida si es que tengo, daría mi alma si es que es mía, daría el mundo si tú quisieras. Que si en tu mano aterriza una gota de sal el mundo se hiele y tu llanto lo derrita.

lunes, 14 de enero de 2013

Si solo hay uno

-¿Cuántos te quiero se pueden decir en una vida?
-¿De verdad? Yo creo que sólo uno.
-¿Y qué son los demás?
-¡Qué sé yo! Puede que la expresión de un deseo: "Quiero quererte". Puede que simplemente sea mentira. O un intento de recuperar el te quiero que ya se ha dicho. Quizá se crea que es de verdad, pero que en realidad no lo sea; Decir te quiero es cómo soñar: Jamás estás seguro de que sea real pero puedes llegar a darte cuenta de que nunca lo fue.
 -Si estás en lo cierto, creo que no quiero pensar que ya he dicho mi te quiero. Debe ser muy triste eso. No quiero vivir sin poder decir te quiero nunca más. O sin pensarlo de verdad, o sin tenerlo claro.
-Yo solo lo diré cuando esté clarísimo. Y para eso tardaré todo el tiempo posible. Así SABRÉ que es el único. Incluso, si llega el caso, quiero decírselo a la vida cuando la muerte venga a buscarme.
-¿Y si para entonces tu vida soy yo?
-Entonces besando tus labios te diré te quiero y mirando tus ojos te diré adiós y desearé que me recuerdes aunque ya no importe.

sábado, 5 de enero de 2013

Tesoro en sus manos

Debería dejar de repensar nuestros encuentros. Por lo general después de verla dedico un par de años a recordar cada instante, cada palabra dicha y cada oportunidad perdida. Especialmente eso último. Imagino qué mejores frases podría haber pronunciado, cuándo podría haberme acercado o cuándo responder a una sentencia suya con un roce o una mirada en silencio. Y como un gran general, imagino diferentes alternativas para la siguiente batalla. Redacto y memorizo un protocolo de actuación para las posibles situaciones que se puedan dar. Pero debería dejar de hacerlo porque cuando estoy con ella ya no soy la misma persona, así que no recordaré nada de lo aprendido. 

Cuando estoy con ella soy como el niño con la flor en las manos. Sabe de la fragilidad y delicadeza de la flor y la ve tan preciosa. A veces se atreve a acercársela a la nariz y aspirar su aroma. La sostiene sobre ambas palmas abiertas y con la punta del dedo pulgar roza un pétalo con suavidad. Y la va enseñando con enorme emoción a todo aquel que encuentra si se le concede una mínima oportunidad de hacerlo. Pero siente sus manos sudar y temblar y le aterra que la flor se marchite y desmorone entre sus dedos. Quiere buscarle un lugar mejor pero no contempla la posibilidad de dejar de sostenerla con ambas manos; y camina despacio, con pasos cortos y los pies juntos, sin dejar de mirar su tesoro. Su tesoro en sus manos, que sudan y tiemblan de emoción y cuidado.

martes, 18 de septiembre de 2012

Balance

Queda una dulce y quizá tenue melancolía que mece en el insomnio, que entumece las piernas del sueño. Un amor limpio quizá perenne, libre de ansia, que no dirige a ningún sitio, templado e inmóvil, como el lento correr del tiempo en una espera. Si acaso un difuso mirar a un futuro lejano o una dolorosa ojeada a un pasado concreto. El pacífico aparcar de un libro que no se puede seguir leyendo.

jueves, 28 de junio de 2012

Bruma de noche cálida

He salido a la terraza y muchos escalofríos. Esta noche de principios del verano es sofocante, pero en la terraza del ático del quinto piso corre el aire.

El cielo está de un turbio naranja rosado o de un difuso rosa anaranjado. Distingo entre brumas las luces rojas que coronan un rascacielos y la Luna está tan baja que parece formar parte fija del skyline. Si me tumbo en la cama puedo ver una buena porción de cielo, pero solo de la región más oscura. Y de la Luna ni hablamos.

Apoyado ahora en la barandilla miro al suelo allá abajo y me preocupa darme cuenta de cuántas posibilidades hay de que se malinterpretara un accidente. Sobre todo por Ella. A veces se me acusa de describir escenarios demasiado tenebrosos. No creo que Ella cargue muchas de esas posibilidades, pero son justo ésas las que más me preocupan. Soy capaz de imaginar el último pensamiento que llegaría a mi mente antes de reventarme contra el suelo: "Por qué cojones lo he hecho". Supongo que no hallaría respuesta a tiempo. Instintivamente doy un paso atrás, temiendo un repentino golpe de viento o un impulso psicótico.

Cuando vuelvo a mirar arriba las brumas se hacen más densas y la Luna se cubre con un velo. Y ya no está tan fija y se va ocultando, poco a poco, tras los tejados. No la volveré a ver esta noche.

martes, 12 de junio de 2012

Sobre Roma y tantas cosas

La impresión que deja Roma es la de ser una ciudad majestuosa, que se ha enredado con los bordes del vestido al bajar una larga escalinata de piedra desgastada y ha caído de bruces en medio de los que, desde abajo, la adoraban. Tras el descalabro casi se ha visto obligada a complacer a aquéllos, y no se ha atrevido a no convertirse en una parodia de sí misma. Le ha faltado dignidad y orgullo. Ha leído la prensa y la literatura extranjera a las que no les importaba ser injustos y se ha creído todos los tópicos, y los ha asumido, se ha hundido y ya no sabe cómo volver a la cumbre. Al Imperio. Se la ve falta de andares, de gestos y sonrisas brillantes, de una carcajada oportuna e inteligente y de unos ojos que la volvieran a hacer sentir atractiva, que despertaran su altivez y su grandiosidad. Que sacaran su lado presumido. Hasta que entre las Cuatro Fuentes con un vestido rosa pálido, tacones con sandalias plateadas, casi romanas, y destellos dorados apareciste tú. Y allí, el cambio de rasante.

lunes, 11 de junio de 2012

Creep

Cuando aceptes dejar de correr detrás de un destino incierto quizá consiga alcanzarte yo, que voy caminando sin saber a dónde pero disfrutando del trayecto.

lunes, 4 de junio de 2012

Lee y dime

Lee las cosas que te escribo y dime que no ardes por dentro, que no buscas desesperadamente el aire que empieza a faltar en tus pulmones, que no imaginas mis labios recitándote al oído.

Lee los versos que me inspiras y dime que no me sientes morir por no poder morirme en ti, por que tú me mates y nada más que el tiempo que consumimos.

Lee mi alma y dime que no ves la tuya, la nuestra. Por mucho que duela. Por mucho que cueste.

Lee mi vida y dime que no quieres escribirla de tu puño y letra. Aunque te dé miedo.

martes, 8 de mayo de 2012

Cárgame esa piedra otra vez


No sé si fue un paso atrás o que habíamos ido dando pasos equivocados, dibujando un círculo que nos llevó al punto de partida. O quizá fue cuando, con las alas desplegadas, un furioso golpe de viento agitó las veletas y me empujó inconsciente por las alturas al momento que ahora revisito. Como Sísifo.

lunes, 14 de noviembre de 2011

La caja de música

La llama de una alta vela baila al son de los silbidos que por una rendija toca el viento que sabe a sal y relente. La sinuosa y semierótica danza es contagiosa y las sombras de cada instrumento y cachivache se proyectan en la pared entonando una orgía chinesca protagonizada por la silueta del farero, que se dedica a sacar de la mano a todas las demás sombras hasta la pista de baile. Si se pierde de vista la pared, el enorme y tosco cuerpo del farero se impone entre el entorno inmóvil. Y cuando él levanta la mirada del periódico y la pasea por el cuarto, la inquietante hiperactividad de los bailarines le recorre la espalda agarrada a un escalofrío, como el que sentiría un niño bajando las escaleras de un sótano mientras una caja de música se hace oír desde la oscuridad. Pero el niño, que no tiene más remedio que continuar, trata de acallar el terror tarareando una canción que conoce. Y el volumen de la cajita, de reborde de porcelana, sube y sube cuando el niño se tapa los oídos con las palmas de las manos enfundadas en las mangas del pijama, hasta hacerse ensordecedor y elocuentemente chirriante. Es posible que el farero tema lo que rodea a su amado faro. Pero quizá lo que teme es la propia figura amenazante y malvadamente majestuosa que con un ojo de luz otea el horizonte en busca de barcos extraviados que atraer hacia sí como una titánica y muda sirena. Siempre ve el faro coronado de fieras nubes negras. Y el temor se convierte en odio y viceversa y solo queda la opción de no separarse de una condena autoimpuesta a modo de terapia de choque. Espera curarse tarde o temprano. Y el día que coge esas escaleras camino del exterior, silba una tonada nostálgica como todas las que conoce, intentando silenciar la diabólica caja de música que quiebra la oscuridad allá abajo.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Fabes y pan tumaca

¿Qué hay más madrileño que un cucurucho de castañas, unos buñuelos, buena música y buen ambiente en la ribera del Manzanares durante las fiestas de La Almudena?

Éste es el eslogan que figura en la página oficial del Festival Castañas y Buñuelos. Y como cabezas de cartel: un grupo asturiano y otro catalán. Quizá más que una contradicción sea un gran acierto, porque ¿qué hay mejor en las ciudades tan grandes como Madrid que el cosmopolitismo?

De primer plato, Manel nos ofreció su buen hacer de sabor mediterráneo con una intensidad muy de agradecer. Con mucho tiento aderezaron las canciones más suaves de su repertorio con fuertes bases de percusión y profundos coros, para adecuarlas a las exigencias de la música en directo, y bordaron los ritmos de sus grandes éxitos, que el auditorio cantó a voz en cuello. Porque sí, en pleno festival a orillas del Manzanares el público disfrutó amb la llengua catalana como si el río se llamara Llobregat y se conmemorara la festividad de La Virgen de la Merced. Los barceloneses, conscientes de que las letras de su segundo disco, 10 milles per veure una bona armadura, no han calado aún como las de Els millors professors europeus, supieron alternarlas. Con el carismático Guillem a la cabeza, Martí, Arnau y Roger, dejaron grandísimos momentos, como cuando, exhibiendo su rápida verborrea, el cantante presentó a la banda de instrumentos de viento-metal que les acompañaría en varías canciones asegurando que se les había unido en la parada que el AVE realiza en Zaragoza. Aunque puede que su jugada maestra fuera durante la pausada Deixa-la, Toni, deixa-la, en la que hicieron partícipes al público diciendo que había de ser un ejército de marineros que, tras dos años en alta mar, entona una melodía para animar al “amigo Toni”. Una vez cesaron las sonoras carcajadas que esto provocó, clausuraron la canción con un lucimiento instrumental cercano al jazz.

Conocí a Manel en el Día de la Música 2010, cuando, de la mano de Nacho Vegas, versionaron My Kiss de los geniales Wave Pictures. Aquel día me llevé la gratísima sorpresa de su directo, ya valiente y atractivo, pero en esta cuarta vez que les veo (siempre dentro de un festival) no he dejado de notar su creciente confianza y lucidez sobre el escenario que enriquece sus ya de por sí brillantes elepés. En cambio, en cuanto a mi admirado Nacho Vegas sigue mediando un abismo entre sus participaciones en festivales, donde no pasa de ser un genio (en estas condiciones le he visto cuatro veces), y sus conciertos, en los que se muestra absolutamente magistral y que he disfrutado en tres ocasiones. Y creo que en este punto llega el momento de juzgar el Castañas y Buñuelos en sí.

Sin atreverme a determinar la causa, el patio de La Riviera bullía de gente que parecía estar allí por compromiso. Eso explicaría el tremendo murmullo que llenó los silencios de las estremecedoras Hablando de Marlén, Canción de palacio #7 (en la que sustituyó a Louis Vuitton por Steve Jobs) y Ocho y medio, canción esta última que defendió el gijonés sin su banda, que hizo mutis por el fondo. A eso se sumó la indolencia que caracteriza a Nacho en estas situaciones, en las que se ahorra grandes demostraciones de desparpajo y habilidad musical, y un mal sonido por parte de los técnicos (el micrófono amenazó con acoplarse sin remedio varias veces), para dejar en algo discreta y descafeinada la actuación.

Huelga decir que tanto Vegas como su banda, con Xel Pereda como peso pesado, aprovecharon alguna ocasión para demostrar su valía. La más destacable fue en la presentación de rigor de una canción de su próximo EP, que lleva por título Cómo hacer crac. De su nuevo proyecto, en el que deja ver su postura hacia la crisis, anunció que verá la luz este 21 de Noviembre, “para celebrar que habremos vuelto a perder”.

En el festival también participaron los grupos You don't know me de Carabanchel, La Estrella de David y, dentro del programa de música electrónica, el nuevo proyecto como Djs de algunos de los integrantes de Los (míticos) Planetas, los Zombie Kids y la gallega Marta Fierro, a.k.a. EME DJ.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Funambulista

Desde pequeño siempre supo que un día pondría sus pies sobre la cuerda. En la tierna niñez ya practicaba siguiendo las líneas que separan las baldosas del suelo o manteniendo el equilibrio en los ladrillos del borde de la acera. El día que se vio subiendo la escalera hasta casi rozar la lona de la carpa es el que recuerda como el momento en que empezó verdaderamente su vida.

El funambulista necesita su trayecto. El primer paso que dio tuvo un poco de miedo a las alturas. Algo inevitable. Pero volver atrás hasta levantarse sobre un material más firme no era una opción. No ahora que sabía lo que era estar suspendido a 23 metros en el Cielo.

Se siente a gusto y avanza saboreando cada sustancia que sus músculos queman concentrados en completar cada paso. Cada uno tiene una vida que aprovechar y por supuesto que se pueden tomar otros caminos, pero nunca es lo mismo. Y él disfruta cada instante que siente y sabe que está viviendo la vida que le corresponde.

No es cuestión de destino. Es mucho más que eso. Es cuestión de voluntad. Y de deseo. Los hados tienen poca mano aquí.

Sabe que el suelo está ahí abajo. Es algo inevitable. Y se acuerda de muchos otros que no han podido evitar besarlo. Pero él sabe que es diferente a ellos e incluso siente que la cuerda bajo sus pies no es como las demás cuerdas del mundo. Y confía que eso sea suficiente. Porque bajar no es una opción, ni tampoco retroceder. Y aunque fuera una opción tampoco importaría, porque es cuestión de deseo y de voluntad. A veces no puede evitar mirar al suelo, claro, y teme y los siguientes pasos suelen ser un poco más difíciles que los anteriores, pero no cabe otra posibilidad y su entereza aumenta con cada sobresalto.

Y disfruta cada instante que confía porque la conjunción entre él y la cuerda es prácticamente perfecta. El nexo entre sus pies descalzos y el tenso tejido parece forjado en una fragua mágica. Y a veces recuerda a Hefesto y lo fuerte que fue su caída desde el Olimpo. Pero confía en que ser diferente sea suficiente.

10 de Marzo de 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

El orgasmo de los franceses

Haciendo caso a alguna gente importante subo este texto aunque un folio de extensión me parezca mucho para el blog.


Cómo se puede uno levantar cada mañana sabiendo que le queda mucho menos tiempo del que ha vivido. Con una siseante y gran s mayúscula comienza ese “Sabiendo que el ecuador de la vida de uno ya ha quedado muy atrás”. El otro razonamiento es cómo acostarse cada noche Sabiendo que te queda mucho menos tiempo del que has vivido. Pero esa euforia malsana, ese furor de actividad que te incita a mantenerte constantemente ocupado incluso en cosas que nunca te han importado ni quisiste que te importaran, como mantener bien barnizadas las butacas del porche, ese ansia de movimiento acaba pasando y cae por su propio peso, cuando queda claro que es absolutamente inútil intentar frenar el tiempo a base de acumular obstáculos entre los relojes y tú. No funciona así. Es cierto que un joven de, qué se yo, veintinueve o treinta años, puede cruzar un día con prisa la calle y quedar con sus sesos repartidos entre el suelo y el parachoques de un BMW sedán, con un niñato de piloto y una rubia de portentosos parachoques a su lado, que se pasa el dorso de la mano por la comisura derecha de los carnosos labios carmesí, y los abre mientras su atrofiado cerebro busca las sonidos que articulan un gritito histérico. Todo puede pasar. Pero una vez tienes la certeza de que la Señora Muerte avanza con paso firme hacia el cabecero de tu cama te suceden dos cosas: duermes con un ojo abierto y envidias esas muertes inconscientes, mucho más rápidas que el ojo humano y mucho más de lo que una rubia tonta, por lo general no verdaderamente rubia pero sí condenadamente tonta, tardaría en protagonizar un hipotético episodio de crisis nerviosa.

No hay gran cosa. No hay gran cosa en mi bolsillo, ni en mi cuarto y, lo más triste, no hay gran cosa en mi diario. Por suerte no hay gran cosa en mi agenda telefónica que pueda lamentar eso, que no hay gran cosa. Huelga decir que todo ello es culpa mía. Bueno, quizá no huelga tanto cuando la gente se empeña en demostrar que sus desgracias son culpa de otros. Es cierto que no he tenido excesiva suerte, pero solo alguien que hubiera nacido con un puñetero boleto de lotería premiado bajo el brazo habría conseguido llevar una buena vida con la manera en la que me he tomado mi existencia. Y no me refiero al dinero. Me refiero a todo menos al dinero. Quiero decir que quizá haya algún gilipollas que actuando como yo le haya ido bien, pero por cada uno de ellos debe haber un millón que andan igual de podridos por dentro y por fuera que yo. Y sin embargo, aun sabiendo que nos hemos tratado tan fatal el uno al otro, me aferro a la vida, porque no queda otra, porque puede que llegue el día en que me canse definitivamente de luchar, pero no creo que adelante a la Señora Muerte ahora que ella está tan cerca, mucho tendría que correr.

Si alguien se pregunta por qué la llamo Señora Muerte le explicaré que somos viejos conocidos. Yo no soy tan viejo como ella pero me conservo peor, así que casi empatamos. De hecho hay momentos en los que hemos llegado a tener una estrecha relación y por ella acabé renunciando a alguna de esas cosas de las que no tengo gran cosa. En una ocasión, de joven, leí una novela. No fue la única, claro, pero la traigo aquí porque la acabo de recordar y porque viene a cuento. En ella el protagonista era un romántico vagabundo y vagaba por ahí enamorándose sin parar de mujeres, una tras otra. Unas le dejaban a él y otras le aburrían insoportablemente hasta que él se convencía de que no podía querer por caridad. Al final del libro pasaba algo, que no voy a contar por si alguien lo quisiera leer, que le hacía llegar a la terrible conclusión de que la Señora Muerte (aunque él no la llamaba así) es la amante definitiva. Decía que la Señora Muerte es la verdadera media naranja, a la que se puede tardar mucho tiempo en conocer pero siempre acaba por llegar y hace que lo dejes todo por ella. Y si lo piensas, aunque esto no es una reflexión mía puesto que ya lo decía el autor (o el protagonista o el narrador o lo que fuera), es una conclusión casi tan tranquilizadora como terrible, porque al fin y al cabo es algo muy parecido al amor puro y, ¿acaso los franceses no llaman petite mort al momento cumbre del amor? Así que al menos queda la certeza de que todo el mundo será correspondido en su momento, incluso así, y esto sí que es reflexión mía, cobra sentido por qué “siempre se van los mejores” antes de tiempo. Será que son más fáciles de amar. A mí, en cambio, me mata la espera, porque soy consciente de ella, y quizá, ahora que lo pienso, aquella novela me dejó marcado. Quizá por ese símil nunca me dejé amar. Igual es que me tomé demasiado en serio el orgasmo francés.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Opus postremum

Me he llenado de lejía para estar más blanco y he engullido detergentes para que sea transparente mi piel y me he inyectado tinta en vena para que se pueda leer en los capilares mis últimas frases, sinceramente sentidas, pero no necesariamente ciertas. Con el cabello resultante de raparme la cabeza coserán mi espalda y en grandes letras con fuerte contraste se leerá el título de mi única novela, póstuma. Donaré mis ojos para ser leído.

jueves, 16 de junio de 2011

Contagioso

Al salir del edificio tosco, burdo, sucio y ruidoso vi una metáfora, pero no sé de qué porque la poesía es difícil y los poetas, rebuscados.

La paloma estaba tirada en el suelo, casi desparramada. Boca arriba, con las alas solo medio desplegadas y algo de sangre limpia bajo la cabeza, en el piso, de un rojo intenso y claro. No sé si era Ícaro, o la Paz. Tenía la apariencia de un hombre desplomado desde una planta alta que se hubiera convertido en paloma durante su trayecto hacia el suelo. Como los pies estaban orientados hacia el edificio, se habría tirado de espaldas, para no tener que ver el impacto. Quizá simplemente tropezó. O le empujaron. Qué suerte entonces la del asesino que se libra del cadáver.

Se me ocurre que fuera una persona y no una simple paloma porque el cuerpo, los "restos mortales", ahí, a la vista de todos, se me antojó una forma de humillación tan antinatural que tenía que ser humana. Sus ojos abiertos, la imagen de una chica haciéndole una fotografía, la impunidad de ese asfalto que se había precipitado sobre su cabeza ladeada y ahora descalabrada. Tendido el cadáver desnudo y con el sexo al aire y algo de barba mal afeitada y una expresión solícita en los viriles brazos como la del que sabe que cae y no tiene a dónde agarrarse, o sí que tiene pero la longitud de sus miembros no le alcanza. Demasiado grotesco para el mundo animal.

jueves, 7 de abril de 2011

Da

-¿Qué más da que pensemos las mismas cosas a la vez, que usemos las mismas palabras desde sitios distintos o que nos llamemos en el momento exacto? ¿Qué más da que nunca nos hayamos cansado o que hayamos pasado por tantas cosas en tan poco tiempo? ¿Qué más da que cada día haya unas cuantas coincidencias que parezcan empeñarse en demostrar que tenemos una conexión extrasensorial? ¿Qué más da, si nada es invencible?
-Nada. Ni siquiera todas nuestras posibilidades de fracaso. 

jueves, 17 de marzo de 2011

Historia de helarte

¿Cómo es posible estar permanentemente hambriento aún cuando cada bocado te sacia?

Y para explicar un título demasiado optimista por lo entusiasta, probaré hasta la vergüenza unos versos (cinco) que rimen hoguera con chaqueta, por querer decir que aunque siempre esté ardiendo, siempre necesito un abrigo. Y después me tendré que dar cuenta de que lo que escribía no tiene demasiado sentido, aunque sí lo que pienso. Porque lo principal siempre fue reflejar que no solo soy tuyo, sino que solo quiero serlo.

lunes, 14 de marzo de 2011

Antes de la marea alta

Justo un día antes de que cambiara la marea, la PLaya hizo saber al Océano cuáles eran las cosas que le resultaban más atractivas de él.

-Me gustan tus rizos -dijo-.

El Océano contestó:

-¿Cómo sabes dónde empiezan mis rizos? ¿O si los tendría de no ser por ti?

lunes, 31 de enero de 2011

Promesas que lo valen todo

-Prométeme que nuestra relación nunca perderá intensidad.
-Solo si tu me prometes que jamás seremos normales.

martes, 25 de enero de 2011

Tuyo

Mi piel es suave porque es tuya. Si no, sería rugosa y áspera como la cara oculta de la Luna o la carne quemada.

Mis ojos son vivos y brillantes porque son tuyos. Si no, serían marchitos y opacos como aquejados de cataratas.

Mis manos son fuertes y vigorosas porque son tuyas. Si no, serían frágiles y quebradizas como ramas secas.

Mis labios son carnosos y frescos porque son tuyos. Si no, serían apergaminados y patéticos como muecas y náuseas.

Mi mente es limpia y recta porque es tuya. Si no, sería inconsistente y pastosa como papel mojado.

Mis palabras son poderosas y perfectas porque son tuyas. Si no, serían chirriantes y lastimosas como poco engrasadas, como carentes de alma.

¿Qué digo? Mi piel y mis ojos y mis manos y mis labios y mi mente y mis palabras, si no fueran tuyas, no serían.

domingo, 23 de enero de 2011

Desajuste

Cuando me desperté nada estaba en su sitio. Veía desde la cama el intenso desajuste que se había producido durante mi sueño. Un francotirador sembraba el caos disparando facturas en un centro comercial. Ese era mi sueño. Yo era el héroe que vendía en negro. De vuelta al cuarto nada estaba en su sitio. El reflejo de la habitación en el espejo del cuarto de baño parecía mucho más políticamente correcto. Yo no me moví ni un centímetro de donde estaba, por si aparecían de golpe los SWAT y los GEOs y el ejército para acordonar la zona y buscar pruebas. Sentí cierta angustia al pensar en el papeleo y en que nunca nadie tiene un inventario de lo que guarda en casa. Un recorte de periódico del día en que la RAE modificó la entrada de “almóndiga” y otro en el que el Gobierno designó a Eugenio para el Ministerio de Fomento. Una pelusa de un llavero de tela que se deshilachó y se le cayó la cabeza al cocodrilo y un envoltorio de chicle de menta de Happydent, o de clorofila, demonios, ¿cómo estar seguro? Lo más probable es que nada estuviera en su sitio.

Entonces me di la vuelta y te vi y lo recordé todo al instante y me abracé a tu espalda y besé un poco tu cuello intentando que te despertaras pero que no fuera por mi culpa y por no querer molestar me quedé dormido de nuevo y ahora era yo el francotirador que desencadenaba el pánico disparando libros de bolsillo en un centro comercial.

viernes, 21 de enero de 2011

Haikus de ida y vuelta

(eLe) Quiero mezlar:
tú amarillo, yo azul...
Y juntos, verde.

Mándame un beso
para hacer mi collage
de tonos verdes.

(eLe) Mañana te doy
labios verdes que te besen
y piel caliente.

viernes, 14 de enero de 2011

Puro vivir

Me ha contado un amigo muy amigo que el otro día vio a un niño y una niña paseando por la calle. Las condiciones de sus piernas les hacían ir despacio, cogidos de la mano, caminando uno muy cerca del otro y mirándose a los ojos cada vez que cruzaban alguna palabra. Esperaban pacientemente en los semáforos para peatones en rojo y cada vez que uno de los dos se quedaba embobado mirando algo, apretaba con suavidad en su puño los dedos del otro. Eran puro compartir. Eran puro soñar. Eran puro vivir.

Me ha contado un amigo muy amigo que el otro día vio a un anciano y una anciana paseando por la calle. Las condiciones de sus piernas les hacían ir despacio, cogidos de la mano, caminando uno muy cerca del otro y mirándose a los ojos cada vez que cruzaban alguna palabra. Esperaban pacientemente en los semáforos para peatones en rojo y cada vez que uno de los dos se quedaba embobado mirando algo, apretaba con suavidad en su puño los dedos del otro. Eran puro compartir. Eran puro soñar. Eran puro vivir.

martes, 11 de enero de 2011

Haiku V: Incendio

Ardo por dentro;

Su beso en mi mejilla

me prendió fuego.


jueves, 30 de diciembre de 2010

Madrid lluvioso

Un nuevo relato disponible para leer online. Madrid lluvioso.

"Levanta más el pie izquierdo que el derecho por una lesión de hace siglos. Tiene mucho cuidado de no pisar las líneas del suelo y evita las zonas pintadas para no resbalar."

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Feliz Navidad

Aquí os traigo un cuento a propósito de estas fechas tan señaladas. Sueño de una noche de invierno

martes, 21 de diciembre de 2010

Ontología

No SOY si no ESTÁS.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Amelia

Nuevo Relato para descargar en mi blog NachoBibián, en la página TEXTOS PARA DESCARGAR.


"Amelia, espera sentada. Miras en tu salón el televisor esperando al hombre que te saque de casa, que te lleve a bailar, que te invite a una cena y que te bese en la puerta. Y hasta mañana, eso sí, que eres una señora. [···]"

jueves, 16 de diciembre de 2010

Pies de bailarina

Aquel cuadro estaba tan naturalmente impreso en mi pasado desde niño que nunca llegué a plantearme si me gustaba o no. Estaba tan vislumbrado por el rabillo del ojo que jamás lo juzgué. Lo quería porque lo conocía. Nada más.

Cuando se lo enseñé a ella por primera vez, escaleras abajo hacia el sótano de casa, forzó una sonrisa y dijo "No está mal". No me engañó, por supuesto, y su rechazo hizo que me planteara hasta qué punto conocía ese cuadro. Recuerdo que conseguía evocar unos pies de bailarina bastante tenues sobre un perfilado teclado de piano. Quiero decir que me quedaba en el contenido, porque no era capaz de precisar el color, la forma, el tipo de trazo y ni siquiera la clase de pintura con la que habría sido pintado. Es cierto que la metáfora me parecía interesante: el delicado ballet acariciando la recta dentadura color marfil de la música; pero yo, que desde bien temprano en mi desarrollo empecé a situar la forma sobre el fondo, no había absorbido ni un solo matiz de la forma de aquella imagen que creía tan familiar.

Decirle abiertamente que me había hecho casi aborrecer un objeto otrora tan querido me parecía una capitulación demasiado vulgar, así que cada vez que salía a colación, defendía el cuadro de los pies de bailarina a capa y espada. En una ocasión llegué a morderla en el hombro, incluso. Y lo peor era que lo único que ella había hecho era abrirme los ojos a una realidad que ya estaba allí. Que mi casi aborrecimiento llegaba muchos años tarde. Y no soporto la impuntualidad.

Sin embargo ahora, aunque sigo casi aborreciendo el metafóricamente interesante cuadro de los pies de bailarina sobre el melodioso blanco y negro, ahora tengo ganas de verlo. Y es que hoy, sin ruido, sus pies de bailarina se han posado sobre los míos y, silenciada por los calcetines, la música ha empezado a sonar en nuestras cabezas calladas, mientras torpemente danzábamos por la habitación muda en un estrecho abrazo. En esta ocasión he llegado a morderla en el hombro, incluso. De repente la metáfora me ha valido la pena pese a la impericia del pintor. Creo que ya sé por qué me fue siempre tan familiar. Al fin he descubierto a quién pertenecen los pies de bailarina y ya nunca podré olvidarlo.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Música en día de diario

En el metro aquel buen hombre empezó a tocar su acordeón con la mirada entornada y con un aire extasiado impreso en el rostro. Con una sonrisa tan sincera, tan plena, que a los viajeros se les antojaba demasiado solícita, como agresiva. Más bien exhibicionista y hasta soez. Mientras, los ojos, que participaban concienzudamente en la sonrisa, vigilaban cada uno de las fachadas de lado a lado del vagón en busca de gestos de aprobación. Quizá fuera eso lo que violentaba a los viajeros. O quizá que el método para conseguir esos gestos era tan inquisitivo que el buen hombre se volcaba encima de los que leían y se arrimaba a las parejas que se apoyaban el uno en el otro y el otro en el uno. En una ocasión incluso introdujo la cara entre dos viajeros que conversaban de pie. Yo me quede mirándole impasible y orgulloso, como retándole a sostenerme la mirada o instándole a seguir con su buen talante frente a mí. En un momento me estaba observando. Disimulaba, pero yo lo noté. Era un buen actor y su camino apenas pareció perturbarse. Algunos hubieran podido decir que no existía nada premeditado en el trayecto por el que sus pies le dirigían e incluso muchos otros asegurarían que su vaivén, su insolente manera de otear el horizonta del vagón y su dubitativo itinerario eran más producido por un consumo bastante indiscriminado de alcohol que de su propia personalidad. Pero el no dejó de mirarme hasta que de un buen puñetazo en la cara, hice que sus morros encontraran el sonoro y ahora ensangrentado suelo.

lunes, 6 de diciembre de 2010

La existencia es el resultado de restarle a la vida tu presencia

Cambios en Punto Crítico

Mi blog periodístico ha cambiado la url. Ahora es puntocriticobibian.blogspot.com

viernes, 26 de noviembre de 2010

El aparcamiento de Sísifo

Nuevo blog

[Me reservo el derecho a utilizar el título del post para un relato en el futuro]

jueves, 18 de noviembre de 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

Dos de la Inspiración con nombre y apellido

Desde tus ojos cada poema, cada canción, cada cuadro. Desde tus ojos cada palabra de amor que ha parido el mundo puede llenar mi boca y hacerla rebosar y salpicarte.


Detrás de mi frente, bajando por el cuello hacia los hombros, llega a cruzar el brazo. Y la mano y los dedos y, ayudada por un bolígrafo, tu imagen no tiene problema en reproducirse letra por letra. Tú la musa y yo el instrumento. Tú el mensaje, yo el medio.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sedan

Boca arriba y con la puerta abierta, las estrellas parecían acercarse para besarle. Y la que más, ella, la mayor y más bella del firmamento. Aun jadeando, los frutos de sus esfuerzos se fundían en un intenso néctar que había de alimentar a los faunos y las hadas. Y a las Musas, también. Las lenguas caminaban solas cogiéndose de la mano a cada instante, tropezando cuando creían necesario y parando si faltaba aliento. Para juntarse más tendrían que atravesarse (como ya habían hecho en otra ocasión). Entonces se olvidaron de las luces y de la Luna y sus mareas y empañaron espejos para mirarse frente a frente y dejarse de imágenes pálidas y sin brillo. Toda la sal y el azúcar se juntaba en sus valles formando enormes piedras. Por si no lo sabéis, los pingüinos las regalan a sus parejas, con las que compartirán el resto de su vida. Seguidamente empezaron a tallarlas con las más atrevidas formas y los más insólitos colores. Y él se las regaló todas.

viernes, 20 de agosto de 2010

Quiero desnudarte, por dentro y por fuera. Y quiero besarte, por dentro y por fuera. Y tanto tu interior como tu exterior ME LLENAN.

lunes, 24 de mayo de 2010

Ménage-à-trois-mai

¿Me concedes este baile?, dice él. Ella sonríe, pero no me pises, y acaban balanceando sus cuerpos torpemente (más él que ella) y en completo silencio, como en una mala peli de Hollywood, comenta él. Ella frunce el ceño y le reprocha que sea un idiota que siempre estropea los momentos, pero le besa y él brilla más que la Luna, porque de ellos se ve separada por un velo que deja intuir la silueta de su luz pero no permite distinguir sus facciones de pálida y pensativa Reina, como en un juego de sombras chinescas detrás de un biombo y Ella, pálida y pensativa, alcanza a ver las siluetas oscuras de ellos en un lento y acelerado abrazo que no llega adonde quiere llegar pero que ya llegará, como otras veces y como ninguna. Y él volverá a nacer, como siempre y como nunca, saliendo del cuerpo de ella hacia el frío exterior, que no lo es tanto entre sus brazos.

martes, 4 de mayo de 2010

Cierra la puerta al salir

Si al final decides salir, por mí puedes encajar la puerta desde fuera. Y guárdate la llave que yo no la querré más. Mejor quedarse dentro que acabar salido.

viernes, 30 de abril de 2010

Haiku III: Crecer

Besar y crecer:

me he criado describiendo

labios poetas

jueves, 29 de abril de 2010

Se busca mano invisible (para hacer lo nunca visto)

Entre todos los Partidos es imposible encontrar alguno ENTERO.

miércoles, 28 de abril de 2010

Nostalgia

Te quiero porque eres la única cura que conozco para el dolor que me causa tu recuerdo.

miércoles, 21 de abril de 2010

Con nombre y apellidos

De entrada, no diré mi nombre. No quiero que el peculiar carácter del nombre que mis padres en mal día decidieron otorgarme les dé pie para un prejuicio que pueda ir en mi contra. Huelga decir que me habría gustado figurar en el registro con unos apellidos más vulgares, menos elocuentes, pero de nada vale desear una ascendencia diferente a la que en realidad se tiene. No tiene sentido, pues sin unos padres como los míos mis razonamientos serían también distintos y puede que estos dilemas no cupieran en mi mente.

En el momento de los hechos, mi nombre de pila y mi primer apellido rebotaban continuamente entre mis oídos, saliendo de su garganta flamígera. Creo que eso supuso el principal detonante. En primer lugar, como casi siempre, mi nombre de pila, absolutamente concluyente, tan definitivo que jamás tuve oportunidad de desafiarlo; el primero que me ató. Enseguida, el apellido de mi padre, el que también blandió mi abuelo en la Guerra de Vayan-ustedes-a-saber, la primera de todas las losas que pesaban sobre cada uno de los frutos de nuestro árbol genealógico y que ni mis hermanos, ni mis primos por línea paterna, ni yo mismo, hemos conseguido llenar en grado alguno. La segunda de las losas es el pérfido apellido de mi madre, pero ésa es otra historia.

Como decía, mi abuelo presumió a diestro y siniestro del apellido de su abuelo, que no era meritorio de por sí sino por los éxitos y virtudes del abuelo de aquél, es decir, mi retatarabuelo, o poco menos. Con tanta solera no es de extrañar que el paladar detecte tintes caducos y de antaño al articular la lengua mi primer apellido. Me impidió por completo durante toda mi existencia el adoptar el espíritu de un hombre moderno, como el que debiera ser en los tiempos que corren.

Ello se sumó a mi nombre. ¿Qué tenebroso embrujo llevó a mi madre a elegir para mí tal palabra y a mi padre a consentirlo? Muchas noches he gastado pensando cómo pudo acabar en una pobre criatura -como era yo al nacer, no ahora-, el nombre de un personaje histórico de unos valores tan marcados y con un pasado tan escasamente aclaratorio.

En numerosísimas ocasiones traté de ganarme un apelativo que pudiera definirme de otro modo. Amigos, parejas románticas, incluso adversarios y enemigos. De todos ellos trate de captar alguna forma de llamarme que cumpliera un solo requisito: no ser mi nombre. Pero todo fue en vano. Y entonces sus fauces clamando una y otra vez. ¿Qué podía hacer yo? No quería que siguiera pronunciando esas pocas sílabas que habían bastado para condenarme. Traté por todos los medios de hacer variar los sonidos que salían de su boca hasta que logré dar con el definitivo.

En realidad, si he de ser sincero, sí, lo afirmo: de haberme llamado de otro modo, jamás hubiera estrangulado su figura.

martes, 6 de abril de 2010

2014

Has salido el Sol.
Y eres un Sol al que no puedo hacer otra cosa que mirar fijamente. No te escondes por las noches, incluso se diría que te vuelves más luminoso aun, y la primavera es plena. Brillantes hojas van cubriendo cada uno de los bloques de escombros que se sucedieron tras la Catástrofe y las raíces crecen con tanta fuerza que pueden enderezar los edificios caídos. Un enorme obelisco se yergue ante mis ojos. Está coronado de flores dulces a la vista, ya que un colorido manto de sabrosos pétalos se ha postrado a los pies del Astro.

La luz del Sol te mantendrás, espero, durante meses, años y siglos besando la tierra húmeda, tornándola fértil.

lunes, 29 de marzo de 2010

Yo también

Cuando les veo escuchar, abrazarse, abrazarnos, ilusionarse, amar, divertirse... Cuando les veo vivir me da por pensar que quizá seamos nosotros los discapacitados.

martes, 23 de marzo de 2010

Otro crimen ejemplar

LA MATÉ porque si la hubiera matado otro me mataría.

A la manera de los Crímenes ejemplares de Max Aub.

sábado, 20 de marzo de 2010

Definitivamente perfecto

Traviesa, tuerce su labio inferior en una sonrisa, mientras me condenso y lluevo y lloro sobre su espalda desnuda. Densas nubes de un aroma dulzón se van formando en la habitación cerrada a cal y canto de la que nunca saldremos; y tal, y canto mil canciones en su oído porque es mía y yo soy definitivamente suyo: rodeado, como estoy, por su olor y apresado, como estoy, por su pelo castaño claro y deslumbrado, como estoy, por sus destellos dorados.

jueves, 18 de marzo de 2010

La Plaza del 18 de Marzo

No eres mi mitad. Eres mi todo. Porque si te vas no queda ni una parte de mí, ni una pobre porción, ni un triste trozo: ni rastro. Desaparezco aquí.

La única posible mitad de cada uno es la Muerte. Muerte es aquella paciente amante que espera a cada uno y llega invariablemente. Que si me lleva, dejo aquí la mitad, pero si te lleva a ti, de mí no queda más que vacío y nada.

Feliz cumpleaños, Luisa.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Inspiración

Tengo fe en tus ojos. Es la única religión que contemplo. La dictada por tu lengua y leída en tus labios, mi única ley. La única autoridad que se me impone es la del peso de tu cuerpo y los únicos lazos, cadenas, capaces de atarme y sostenerme son los compuestos con tu pelo, pero solo en tu regazo soy libre. Con tu saliva has llenado una infinidad de verbos que para mí eran vacíos y que no voy a enumerar ahora, porque ya los conoces, porque tú los has creado. Mi piel rechina y chispea al entrar en contacto con el aire que fluye entre tus dedos: la única influencia literaria que necesito.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ying Yang

Cuando estoy con ella me vuelvo torpe, como si llevara guantes de boxeo. Afortunadamente ella es fuerte como un saco y encaja los golpes como las caricias que pretenden ser.

Cuando hablo con ella me vuelvo poco hábil, como con manoplas de cocina. Menos mal que ella es dulce como un postre y entiende mi escaso tacto.

Cuando la miro me vuelvo obtuso, como leyendo un libro alemán. Por suerte ella es paciente como una maestra de párvulos y traduce mis balbuceos.

Cuando la toco me pongo acelerado, como un solo de guitarra. En compensación ella es suave como una nana y su música amansa mi fiera.

Me he dado cuenta de que encajo perfectamente entre tus brazos.

sábado, 27 de febrero de 2010

De estar jodido y no saber muy bien por qué

>>No es un gran algo, sino muchos pequeños algos.

PD: Primer curso del manual para publicar unas veinte líneas de mierda, borrarlas, perderlas por equivocarme al cerrar una pestaña del navegador y resumirlas en una frase que ni es nueva ni es del todo mía.

jueves, 25 de febrero de 2010

S-Bahn: Potsdam - Friedrichstrasse

Estamos en nuestra propia pequeña nación, rodeados de lenguas gordas y extrañas, que no comprendemos y que no nos atrevemos a tratar de comprender. Porque en nuestra propia pequeña nación apenas tenemos territorio, aunque sí muchos himnos, y está hecha de imágenes, que duran más o menos, algunas fijas y muchas más en movimiento. Hubo un tiempo en que todos tuvimos naciones distintas aunque próximas entre ellas, y que quizá no nos pertenecían del todo, pero aquéllas se extinguieron en la distancia. Ahora, en nuestra propia pequeña nación, las noches duran la mitad, pero hay el doble. Y mientras las lenguas gordas y extrañas e incomprensibles tratan de quemar su tarde, en nuestra propia pequeña nación es ya noche cerrada, y casi todos duermen.

jueves, 18 de febrero de 2010

Haiku II: Reflejo

Me gusta verte

porque yo, en tus ojos

soy otra persona

lunes, 8 de febrero de 2010

La más bella

De mis labios, muy pocas palabras: “tengo que irme” o “me marcho” o “te quiero, pero…”. De los suyos, de un rosa tenue, solo el gesto fruncido de una obra maestra. Uno de esos por los que más de uno se arrancaría el brazo izquierdo y lo ofrecería a las Musas para poder retratarlo con el brazo derecho. Un ligero y sutil rastro de maquillaje peligra cerca del brillo de sus ojos (corriendo el riesgo de dejar un borrón en el pálido lienzo), que se dirigen muy lejos de mí y de aquí, a otro tiempo y otro lugar. Está empezando a borrarme de su piel, quizá. Aguzando el oído solamente escucho los segunderos de todos los relojes, que unen sus fuerzas para empujar el tiempo y hacer caducar el presente. Mi cuerpo se estremece en un aterrado escalofrío. Todos los motivos, ahora (un ahora moribundo), carecen de sentido, mientras la veo llegar; allí está: la lágrima más bella.

sábado, 6 de febrero de 2010

Mueven blancas

Juego con negras, así que solo queda esperar. Nos encontramos sentados frente a frente, que ya es algo, pero la partida no comenzará hasta que quien tengo delante ejecute su primer movimiento. No considero que tardar tanto sea culpa suya, porque esta primera decisión condicionará todo lo que vaya a venir después, y lo sabe. Solo queda esperar. Soy consciente de que no tengo ninguna posibilidad de actuar mientras tanto, pero aun así mis músculos se mantienen en tensión y mis ojos clavados en la mesa. Su mirada, vaga, se posa en cada casilla del damero. En un momento determinado, su mano se mueve a la misma velocidad (o ausencia de velocidad, mejor dicho) que la de un camaleón o un perezoso en dirección a un peón o un caballo. Tan despacio que parece que pretende esquivar mi atención y que no va a llegar nunca. Y así es, porque justo antes de rozar la pieza, sus dedos toman el camino opuesto a la misma ausencia de velocidad, dejando atrás mi corazón palpitante que había acelerado bruscamente su actividad cuando la sombra de sus afilados dedos casi desprovistos de uñas se cernía sobra la figura de madera y esmalte. Las pupilas barren de punta a punta la superficie de marfil y ébano, sopesando todas las posibilidades. Yo puedo divagar cuanto quiera, pero de nada me servirá mientras el primer peón no avance o un caballo salte. Así que solo me queda esperar. Debería estar habituado, por las precedentes partidas, a jugar con negras, pero mis músculos no quieren ceder un ápice y mis nervios obligan a mis ojos a mantenerse abiertos y a reducir al mínimo los parpadeos, viajando rápido y despacio del tablero a mi oponente y de mi oponente de vuelta al mundo de Alicia a través del espejo. A mi modo estoy casi relajado, pensando más o menos "hasta que no llegue mi turno, no tengo de qué preocuparme". Sin embargo una buena parte de mi cerebro discrepa. Es la misma parte que ordena a mis extremidades que se mantengan a la expectativa, como las de un león acechando a su presa o como las fauces abiertas de un cocodrilo, preparadas para cerrarse violentamente en cuanto tengan ocasión. Por eso a ratos pienso que en cuanto me toque, mi acción sera inmediata y fulminante. Justo después creo que es probable que me demore tanto o más que quien reposa en esa silla igual que la mía (el mismo contrachapado, los mismos elementos metálicos, el mismo barniz barato), a apenas un metro de distancia, con aire despistado, que parece que se ha pinchado con una rueca o ha comido una manzana en mal estado. Solo me queda esperar a que muevan blancas.

jueves, 4 de febrero de 2010

101

Yo dentro de un amasijo de hierros, luces, carne y aire viciado. Fuera, lágrimas lamiendo los cristales, dejando surcos de saliva y roña. Dentro, lluvia en los ojos, arrastrando arena y sangre, allá donde mire. Ahí unos ojos secos, completamente abiertos e invadidos por los capilares, con expresión psicotrópica y una mueca de clemencia solicitada con fervor casi religioso. Fuera, la oscuridad impone su gobierno, implanta su particular dictadura del terror. Dentro, ello me permite verla reflejada; verla allí fuera impasible, bajo el manto de llanto de la Tierra, soportando el régimen opresor de las tinieblas con estoica quietud y un traje de presidiaria a rayas verticales de roña y saliva. Al darme la vuelta quedo del todo sorprendido por la absoluta luminosidad de su rostro aquí, dentro. No la recordaba tan brillante.

martes, 2 de febrero de 2010

El topo moribundo

Sin gafas ni lentillas soy como un topo, buscando túneles entre sábanas. Buceando sin oxígeno, tarareando. "Soy minero y verás qué pena me da si se me muere el canario".

Con las manos sudadas resbalo y patino. Soy ridículo. Pero puedo tirarme por el tobogán y acabar en la piscina. Aunque no tenga agua. De cabeza.

Los egipcios escribían antes con jeroglíficos, pero el Ministerio de Defensa francés dice que se les han acabado las rosetas.

Un día, mañana por la mañana, te contaré la historia de una rata excavadora que hablaba (con) lenguas muertas y un día, mañana por la mañana, fue a morir enterrada bajo el viejo lecho seco de un mar muerto, seco y enterrado.


[Ésta es la centésima entrada del blog... Yuju, ¿no?][Feliz, feliz no-cumpleaños]

miércoles, 27 de enero de 2010

Tu olor

Nos arrancamos la ropa y la piel. Imposible estar más desnudos. La saliva fluye por la gravedad y en hondos lagos va a mezclarse con el sudor, en un cóctel improbable. Tu olor ahora es perfecto. Muerdes mi oído y mucho más adentro. Mucho más adentro. Quiero ser todas las mantas que te cubren y la sombra que te cubre y la noche que nos cubre y que no tiene por qué acabar nunca, aunque el Sol hace rato que asoma. El aire hierve. Burbujeante lava donde antes nuestra piel. Estoy a punto de silbar. Como una locomotora o como una cafetera. Muerdes. Hiervo. Paramos.


Tu cabeza se toma un respiro encima de mi hombro, preparándose para el siempre penúltimo asalto. El espacio entre nosotros se reduce al mínimo, ni siquiera cabe el vacío. Ya ni la piel nos separa. También muerdes, pero más suavemente, los labios. Pasaré horas anudando mis dedos con los tuyos, enrollándolos, y ni Alejandro Magno podrá separarlos. Y con tu pelo. Tu olor ahora es perfecto. No sé qué brazo es mío y cuál pierna tuya, pero no importa: los compartimos. Un brazo te CUBRE y acerca. Debe ser mío.


Una campana muy cerca señala el fin del descanso y se reanuda el combate. Volvemos a saltar sobre este ring tuyo. Seguramente acabe perdiendo. KO técnico. Me quedarán secuelas. No importa: Tu olor siempre es perfecto.

jueves, 7 de enero de 2010

A la atención de científicos y catedráticos

Me encanta escucharla al decir mi nombre. Es como un beso de puntillas detrás de mi oreja. Se convierte en la definición exacta del momento en el que sus dedos encontraron mi frente y retiraron un mechón de pelo ardiendo para tornarlo gélida plata. Por fin el primer llanto de un recién nacido y el último brillo del Sol antes de ponerse pueden ser invocados al mismo tiempo. Nunca mis padres soñaron que mi mero nombre fuera tan valioso, por un instante, como todos los segundos juntos que componen mi historia.

Con solo pronunciar sus labios un par de sílabas, las palabras más poderosas tiemblan, viendo ante sus ojos el final de su gobierno. Los de las grandes religiones tiemblan también, y de rabia, porque no han conseguido ni en cientos de años que un solo término describa tan bien el universo, o lo que de verdad importa de él. Y me han dicho que un puñado de científicos, junto a escasos catedráticos de la lengua, están estudiando la de ella para aprender cómo usarla.

No saben que si me preguntaran a mí, acertaría a darles más de una idea.

jueves, 31 de diciembre de 2009

De mirar una centella

Un poso siempre retengo de ti en mi pensamiento. Del mismo modo que el que mira de lleno el Sol durante un breve instante lo conserva en su retina, aun viéndolo todo a su alrededor. Así yo, que apenas disfruté de tu fresco panorama, del brillo de tu estrella, de tu centella, un momento paupérrimo en duración y opulento en intensidad y sabores, te escucho entre cada una de mis neuronas, junto al parietal y en el frontal, y en el puro núcleo del cerebro te tengo cada segundo. Y cada fotograma que veo, cada frase que leo y cada nota que escucho adquiere mucha más coherencia, claridad y sentido a través de esta mancha impresa en mi retina.

C'est fini. Feliz año.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Felipe IV es accesorio

Inevitable e invariablemente siento la necesidad de contar algo aun cuando creo no tener nada que contar.

Quizá sea que, por difícil que os parezca, todavía callo algo. Así que me obligo a divagar sin dirección para despistar esa conciencia. Como el que tiene hambre y salta a caminar o el que necesita ir al baño y salta a caminar.

De hecho, básicamente es lo que yo hago. Pongo una palabra delante de otra con cuidado de pisar sobre seguro, pero sin importarme el destino al que pueda llegar. Y todo para no arriesgarme a transcribir nada que haya quedado por masticar. Porque sé que si descubro algo, un sucio punto débil, tras haber pulsado este botoncito naranja que reza un blasfemo "publicar entrada", aun conociendo la posibilidad de borrar el resultado, me sentiré vulnerable por mucho tiempo.

Igual que hay que tener cuidado con encontrarse retratado por otro, puede que muchos Velázquez no se pinten en sus Meninas a propósito.

martes, 15 de diciembre de 2009

Al encuentro del mar

Los miro a ellos, a todos. Me siento como un niño delante de un terrario, viendo un número ingente de hormigas prácticamente iguales, que si se fijara con mayor detenimiento en cada una de ellas vería que se pueden distinguir, pero que no vale la pena, porque son suficientemente parecidas como para que ni ellas mismas traten de distinguirse. Quizá porque les da lo mismo. Este niño mira como estas hormigas no encuentran ninguna dificultad para unirse en parejas, no parece conllevarles ningún problema importante. Basta con una atracción física que con el tiempo desencadene una reacción sentimental y sirva para satisfacer mutuamente apetitos poco exigentes. Claro, que esto también lo vio Woody Allen en Annie Hall. Las hormigas solo precisan una chispa entre sus cuerpos de paja seca, que se encienden sin que tenga que mediar ninguna de esas pastillitas blancas para barbacoas, aunque sí, a veces, algo de alcohol. Arden hasta que, inevitablemente, sus cuerpos combustibles se consumen y con ellos poco a poco la relación. O al menos la llama. Con suerte, tras muchos años, quedarán cenizas medianamente calientes.

Sus relaciones también son como la piedra (ni siquiera canto) que cae ladera abajo. No precisa más que de un golpe o movimiento casual allá arriba para desprenderse y precipitarse hasta que encuentre un freno. Como mucho, empujará a otras piedras por el camino y alguien con ganas podrá seguir el ligero surco que haya dejado al rodar.

No me sirve, me parece muy poco. “¿Arder, rodar, te parece poco?”, diréis. Sí, aspiro a más. Aspiro a hundirme. A ser un río que no solo forma un surco a su paso, sino que se lleva consigo lo más preciado que pueda encontrar. Así espero que mi amor se nutra de materiales de todos los niveles y alturas de la montaña, desde la cumbre, donde la corriente es más fuerte, hasta el plácido pie, pasando por tu falda. Y todos los pedacitos de tus montañas que consiga quedarme y hacer míos los guardaré con celo en una fosa marina tan profunda como imposible de cubrir. La más profunda que conozco. Allí espero que permanezcan tus pedazos, allí donde un día habré de morir.

Pero antes me aseguraré de haber recorrido toda tu geografía en una caricia húmeda y algo brusca, como un escalofrío. Desde tu cuello a las suaves cumbres, y si encuentro caliza y me dejas, también por dentro de la falda, trataré de hacer galerías para llegar al centro, al corazón de la montaña. Pienso hacer tantas bóvedas como sea posible y llenar cada hueco y quizá lograr que toda la majestuosa montaña te estremezcas, evitando el peligro de derrumbe.

Y si por algo decides que mi prisión y tumba deben ser tus profundidades, heme aquí resignado. No conozco muerte más digna.

martes, 8 de diciembre de 2009

Diciembre

Verdean las cabezas y clarean los campos cuando llega el invierno, tardío en este caso, pero inexorable como cada año. Pintas de escarcha decoran los bolígrafos aunque sus puntas parezcan ir calentándose y alguna gota cae, a ratos, en el papel de lija, a veces, papel de virginal blanco que algunos nos dedicamos a violar brutalmente, a menudo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

El vino, como sangre, derramado

Cuando empezamos alegremente a abrir botellas, dijiste que tenías una bodega llena, aunque yo siempre tuve miedo de descorchar por accidente la última. Entonces, de repente, el incendio.

Espero que, al menos, la altísima, babélica, columna de humo se divisara desde la lejanía con hermosos colores y que los efluvios q emanen de los flambeados caldos impregnen la noche de dulces aromas de fruta y madera. Y quizá las cenizas abonen en alguna otra temporada una nueva cosecha con mejor suerte.

martes, 24 de noviembre de 2009

Alakrana y últimos fichajes

Ahora tengo un grave problema (bendita sea mi situación por poder llamar a esto grave problema). El terrible caso es que la Nueva ha desaparecido (quizá para siempre) y me he quedado más bloqueado que Cuba. Hace poco más de dos meses, la primera idea surgió casi espontánea, prácticamente de la nada, pero a fuerza de narrar en primera persona, la historia se vuelve más y más autobiográfica con cada línea (y no digamos ya con cada punto y aparte).

Entonces, ¿cómo seguir el relato de mi vida si ésta se ha paralizado? La única forma que se me ocurre es volver al lugar de donde partí, desvincularme del protagonista, hacer que de nuevo la imaginación desnuda tome el timón de la cochambrosa nave. En realidad no es tan difícil. Solo hay que cambiar una palabra de la última página que logré escribir de aquella historia por otra. Un nombre por otro, un sencillo cambio de cromos: Lectora en lugar de Nueva (Nueva ha causado baja, coloca en su lugar a Lectora). Un cambio tan simple permitiría volver a la más pura y limpia ficción y escribir sería otra vez un acto de feliz creación y no tanto de minucioso análisis.

El problema, como ocurre siempre para poder decirnos en un "caso grave", es que hay una complicación, por supuesto: que no quiero hacerlo. Y es porque prefiero mantener secuestrado el relato si el rescate supone ofrecerme a mí mismo como rehén.

sábado, 21 de noviembre de 2009

2013

Y aquel día vio cómo los astros colisionaron formando inmensas bolas de fuego y vio cómo los horizontes se elevaron hasta juntarse los extremos en lo más alto de la cúpula celeste, sumiéndole en una oscuridad total momentos antes de la Gran Explosión.

viernes, 20 de noviembre de 2009

¡Silencio, silencio! ¡Aquí yace la Esperanza!

-Acércate, querida, ¿me oyes? Ya ni sé lo que digo. ¿Cuánto queda para que vengan los niños del colegio? Mis hijitos, ay. Oye, hoy que vengan directamente, que quiero verlos, que no se queden con los hijos del vecino, los del Guardia. Pero, ¿por qué lloras, chica?

Esperanza está mala. No se acuerda de las cosas, a veces, y otras, cree en cosas que ya no son, pero que sí eran. Pero eran hace muchos años. A su lado, junto al sillón, frente al televisor, Sonsoles. Ahora no la recuerda, cree que es de la familia, pero le da pudor reconocer que no está segura y no dice nada al respecto.

-¿Mis hijos van a venir o qué? Ay, chica, que la niña viene más, pero el otro… ¿Cómo era?

-José Ignacio.

-Ay, sí. José Ignacio, mi Chacho. ¿Dónde está? Estará trabajando, claro. Los policías trabajan mucho. Ay, mi Chacho, ¡qué orgullosa estoy!

Iñaki, no José Ignacio, no está trabajando. Hace mucho que salió de la Ertzaintza para fugarse a Francia. A Bayona o algo así. Sonsoles sí que se acuerda, claro.

-Sí, Esperanza, sí. Tu hijo, un bendito.

-Pero, ¿por qué lloras, chica? ¿Tú también lo quieres mucho? ¿Es eso, eh, chica?

-Soy Sonsoles, Esperanza.

-Ya lo sé, boba, ya. Que no estoy mal de la cabeza, chica.

Lo ha dicho sin mucha convicción, por la cara de Sonsoles, más que por otra cosa.

-¿En qué piensas, chica?

-En nada.

Es mentira, claro. Sonsoles piensa en Esperanza, la pobre, que siempre renegó de lo que su hijo hizo después de abandonar la Policía pero se resistió a renegar de su hijo. Piensa en todas las horas que debió pasar sentada en un coche para visitar a su Chacho, al que siempre encarcelaban muy lejos de casa, cuando aún recordaba las cosas, antes de que llegara esta enfermedad que a Sonsoles se le antoja un regalo del cielo, por muy duro que suene. Por muy duro que suene y por mucho que rece por ella y por que se cure, no puede evitar pensar, a veces, que esta enfermedad es un regalo que el cielo ha enviado a Esperanza, para que no termine su vida sabiendo en qué se ha convertido su hijo, el mismo que tantas alegrías le dio cuando era joven. Que hasta le dieron una condecoración, en Madrid, hace ahora unos cien años.

-En algo estarás pensando, boba.

En lo que seguro no está pensando es en Iñaki. Seguro que no. Y tampoco en su marido. Ni en su cadáver tampoco, acribillado, tirado frente a la puerta de la casa hace ahora unos cien años.

-Mira que eres boba. Pero, ¿por qué lloras, chica?

-Por que sí. Por nada.

-No seré yo la que está tan mal de la cabeza, entonces.

Esperanza Chaos muere el 27 de enero de 2007, a los 83 años de edad, tras año y medio de dependencia producida por el Alzheimer y soportada por Sonsoles, viuda de Herrera, un militar finado por ETA en 1977. Por causa de sus hijos, Esperanza comparte un doble nexo con Sonsoles. El primero representado en el anillo que une a Altamira, su hija, con el hijo de ella. Son consuegras. El segundo nexo se constituye por otro familiar de cada una de ellas. Una víctima y un verdugo. El esposo de la otra y el hijo de la una, respectivamente: José María Herrera y José Ignacio De Juana Chaos.

[Es un chorri-reportaje que tuve que hacer para una asignatura de la carrera y yo qué sé... Es muy mierdoso como reportaje pero a mí me gusta. Está publicado tb en mi blog de la asignatura: Punto Crítico.]

viernes, 13 de noviembre de 2009

2012

Y es que ahora que sé que mi vida gira en torno a un solo eje, temo que, si pierdo ese eje, toda mi vida se desequilibre y entonces los planetas choquen y la Tierra se precipite contra el Sol y se funda en un mar de gases nobles incandescentes.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La cuerda para atar la locura

Ya no es que quiera verte, es que te necesito para no perder la cabeza ni la locura que en ella guardo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

-¿De qué tienes miedo, recluta?
-¡De nada, señor!
-¡No me lo creo, capullo! ¡Inténtalo de nuevo!
-¡De todo, señor! ¡Tengo miedo de todo!
-¡Eso es, recluta! ¡Ahora sí me has convencido!

lunes, 2 de noviembre de 2009

Va de traiciones

Sí, de eso va. Ven, que te lo explico. Tienes un carácter muy peculiar, ¿lo sabias? Perfecto para un personaje de novela policiaca o de comedia negra... ¿Qué? No, no he dicho nada. ¿Y qué dices que pensaste ayer, lo de esa anécdota tan graciosa? Habla, habla mientras yo tomo notas. ¿Que he dicho qué de unas notas? ¡Qué va! Digo que si no notas que empieza a hacer frío. A ver, un momento, sí, situate un poco más a la izquierda. Ahí está perfecto, ahora a la de tres sonríe, por favor. Muchas gracias (quedará fantástico en mi próximo relato).

viernes, 30 de octubre de 2009

Quien avisa...

Hazme caso, es peligroso. No te fíes nunca. Porque quien tiene relación con un escritor ya estará expuesto para siempre. Da igual que consideres que no tienes ningún interés, un escritor puede utilizarte en cualquier momento. Puede describirte de pasada, para enriquecer (sin cocer) un relato, o hacer un especial sobre tí, volverse monotemático. No depende exclusivamente de él, de hecho, no es culpable de nada. Si no quieres verte retratado no te pongas frente a la cámara.

martes, 27 de octubre de 2009

Dos palabras

Creo haberlo oído, ¿vosotros no? Me parece haber escuchado esas dos palabras, y me aterra. Porque las siento. Porque temo haberla entendido mal y desnudarme y quedar indefenso y, claro, desnudo. Y porque temo que ella lo oiga como un eco, porque de verdad lo siento, y temo que lo oiga como un eco que no sonaría de no haberlo invocado su lengua. Aunque es cierto que su lengua tiene parte de culpa.

lunes, 26 de octubre de 2009

Que quita la respiración

Es que las lágrimas en tu rostro son un espectáculo de belleza empalagosa. Tan bello que retiene el tiempo y tan empalagoso que quita la respiración, que deseas que pase enseguida y que no quieres volver a presenciar jamás, aún cuando sabes que volverá a retener el tiempo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Por saludar en el ascensor

Nuestras bocas están a escasos cinco centímetros y la suya es más profunda que el abismo y al menos cinco veces más atractiva y más que un agujero negro; son diez agujeros negros comprimidos entre dos labios sonrientes y sin maquillar y con cien pares de perlas brillantes orbitando a su alrededor.

[De ese 'nuevo proyecto'en el que estoy ahora]

lunes, 21 de septiembre de 2009

Por no moverme

Creo que me quedaré escuchando canciones tristes, esperando a que algún día te dé por venir con tu música a esta otra parte.

jueves, 10 de septiembre de 2009

No vuelvas de vacío

Pero pienso que dejarte ver no es suficiente para reparar el daño que has producido con tu ausencia. Va a ser mejor que me beses.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Amante inconfeso

-Porque quiero olerte borracha a mi lado cada tarde que despierte de resaca -pero no lo dijo-.

sábado, 22 de agosto de 2009

Divagaciones en el manicomio

-¿Una posición incómoda? No lo será más que la del sentado en un váter ajeno sin pestillo en la puerta que le ampare. No me encuentro más vulnerable en ninguna otra situación. Con el trasero apoyado solo mínimamente, preparado para saltar como un resorte felino en el momento indicado. Sudando, a veces, por la tensión contenida. Si se llega, empujando la puerta con la mano y si no, con la pierna, y si tampoco así se alcanza, temblar con los puños apretados, gesto digno por si las moscas...
-¿Por si las moscas qué?
-Yo que sé. Es una expresión. Por si las moscas son atraídas por la mierda, supongo.
-Touché. ¿Y qué más?
-Gesto digno por si las moscas y la mirada fija en el pomo, atenta a la menor vibración, que si llega irá seguida de una voz de aviso que nunca consigue ser más que un ladrido, nunca una verdadera frase, con sujeto y predicado y todo eso. Eso, amigo, es una posición incómoda. Más aún que la de aguantar ventosidades en el cine y tratar de ahuecar la postura para amortiguar el sonido y ver al ocupante del asiento vecino torcer la nariz y mirar a un lado y a otro mientras uno se concentra en las palomitas y casi mete la cabeza en el cubo como una estúpida avestruz.

[Otro escatológico trozo de Miedo y asco en el País de las Maravillas]

lunes, 3 de agosto de 2009

Áspero y deprimente

Áspero y deprimente.

Agosto y despertar (solo).

Mientras Agosto me golpea en la oreja [molestando lo que escribo, avivando al vago que llevo dentro], solo se me ocurre deprimirme y hundirme en la silla o deprimirme y hundirme en la piscina o deprimirme y hundirme. Punto y seguido. Mientras me acuerdo de aquella vez que hablé con ella y no tartamudeé, cuestionándome si de verdad ocurrió o no es más que una maravillosa fantasía, solo se me ocurre deprimirme y hundirme o llamarla, tartamudear un rato y colgar con las orejas unidas por las comisuras de mis labios y la mirada de idiota con la que hace miles de años yo naciera pegada en la cara y elevada a su máxima expresión. Punto y aparte.

Cumplir años debería estar prohibido solo a veces y tartamudear, casi siempre. Y verla debería ser asignatura troncal y obligatoria, para aun así cogerla de optativa.

Creo que Agosto es una palabra con dos partes. La primera sería "A-" que me hace dejar las cosas a medias. E irme a la playa es de las cosas que más me apetecen. Otra de esas cosas es verla. Otra es no tartamudear al verla. Y otra, aunque no tiene nada que ver, es besarla a ratos y amarla en los descansos. Y luego, cuando se vaya ella o yo y me mire al espejo, sorprenderme con esta cara de orejas conectadas y mirada milenaria y burlarme por haberme dejado atontar de una manera tan tonta, valga la retontancia.

Lo peor es que ahora me acuesto y duermo, supongo. Eso no es lo peor, no, sino que después me despierto, solo, supongo. A menos que... nada, que solo.

Ahora y después.

Agosto es áspero y despertar (solo), deprimente.