sábado, 28 de noviembre de 2009

El vino, como sangre, derramado

Cuando empezamos alegremente a abrir botellas, dijiste que tenías una bodega llena, aunque yo siempre tuve miedo de descorchar por accidente la última. Entonces, de repente, el incendio.

Espero que, al menos, la altísima, babélica, columna de humo se divisara desde la lejanía con hermosos colores y que los efluvios q emanen de los flambeados caldos impregnen la noche de dulces aromas de fruta y madera. Y quizá las cenizas abonen en alguna otra temporada una nueva cosecha con mejor suerte.

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