jueves, 31 de diciembre de 2009

De mirar una centella

Un poso siempre retengo de ti en mi pensamiento. Del mismo modo que el que mira de lleno el Sol durante un breve instante lo conserva en su retina, aun viéndolo todo a su alrededor. Así yo, que apenas disfruté de tu fresco panorama, del brillo de tu estrella, de tu centella, un momento paupérrimo en duración y opulento en intensidad y sabores, te escucho entre cada una de mis neuronas, junto al parietal y en el frontal, y en el puro núcleo del cerebro te tengo cada segundo. Y cada fotograma que veo, cada frase que leo y cada nota que escucho adquiere mucha más coherencia, claridad y sentido a través de esta mancha impresa en mi retina.

C'est fini. Feliz año.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Felipe IV es accesorio

Inevitable e invariablemente siento la necesidad de contar algo aun cuando creo no tener nada que contar.

Quizá sea que, por difícil que os parezca, todavía callo algo. Así que me obligo a divagar sin dirección para despistar esa conciencia. Como el que tiene hambre y salta a caminar o el que necesita ir al baño y salta a caminar.

De hecho, básicamente es lo que yo hago. Pongo una palabra delante de otra con cuidado de pisar sobre seguro, pero sin importarme el destino al que pueda llegar. Y todo para no arriesgarme a transcribir nada que haya quedado por masticar. Porque sé que si descubro algo, un sucio punto débil, tras haber pulsado este botoncito naranja que reza un blasfemo "publicar entrada", aun conociendo la posibilidad de borrar el resultado, me sentiré vulnerable por mucho tiempo.

Igual que hay que tener cuidado con encontrarse retratado por otro, puede que muchos Velázquez no se pinten en sus Meninas a propósito.

martes, 15 de diciembre de 2009

Al encuentro del mar

Los miro a ellos, a todos. Me siento como un niño delante de un terrario, viendo un número ingente de hormigas prácticamente iguales, que si se fijara con mayor detenimiento en cada una de ellas vería que se pueden distinguir, pero que no vale la pena, porque son suficientemente parecidas como para que ni ellas mismas traten de distinguirse. Quizá porque les da lo mismo. Este niño mira como estas hormigas no encuentran ninguna dificultad para unirse en parejas, no parece conllevarles ningún problema importante. Basta con una atracción física que con el tiempo desencadene una reacción sentimental y sirva para satisfacer mutuamente apetitos poco exigentes. Claro, que esto también lo vio Woody Allen en Annie Hall. Las hormigas solo precisan una chispa entre sus cuerpos de paja seca, que se encienden sin que tenga que mediar ninguna de esas pastillitas blancas para barbacoas, aunque sí, a veces, algo de alcohol. Arden hasta que, inevitablemente, sus cuerpos combustibles se consumen y con ellos poco a poco la relación. O al menos la llama. Con suerte, tras muchos años, quedarán cenizas medianamente calientes.

Sus relaciones también son como la piedra (ni siquiera canto) que cae ladera abajo. No precisa más que de un golpe o movimiento casual allá arriba para desprenderse y precipitarse hasta que encuentre un freno. Como mucho, empujará a otras piedras por el camino y alguien con ganas podrá seguir el ligero surco que haya dejado al rodar.

No me sirve, me parece muy poco. “¿Arder, rodar, te parece poco?”, diréis. Sí, aspiro a más. Aspiro a hundirme. A ser un río que no solo forma un surco a su paso, sino que se lleva consigo lo más preciado que pueda encontrar. Así espero que mi amor se nutra de materiales de todos los niveles y alturas de la montaña, desde la cumbre, donde la corriente es más fuerte, hasta el plácido pie, pasando por tu falda. Y todos los pedacitos de tus montañas que consiga quedarme y hacer míos los guardaré con celo en una fosa marina tan profunda como imposible de cubrir. La más profunda que conozco. Allí espero que permanezcan tus pedazos, allí donde un día habré de morir.

Pero antes me aseguraré de haber recorrido toda tu geografía en una caricia húmeda y algo brusca, como un escalofrío. Desde tu cuello a las suaves cumbres, y si encuentro caliza y me dejas, también por dentro de la falda, trataré de hacer galerías para llegar al centro, al corazón de la montaña. Pienso hacer tantas bóvedas como sea posible y llenar cada hueco y quizá lograr que toda la majestuosa montaña te estremezcas, evitando el peligro de derrumbe.

Y si por algo decides que mi prisión y tumba deben ser tus profundidades, heme aquí resignado. No conozco muerte más digna.

martes, 8 de diciembre de 2009

Diciembre

Verdean las cabezas y clarean los campos cuando llega el invierno, tardío en este caso, pero inexorable como cada año. Pintas de escarcha decoran los bolígrafos aunque sus puntas parezcan ir calentándose y alguna gota cae, a ratos, en el papel de lija, a veces, papel de virginal blanco que algunos nos dedicamos a violar brutalmente, a menudo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

El vino, como sangre, derramado

Cuando empezamos alegremente a abrir botellas, dijiste que tenías una bodega llena, aunque yo siempre tuve miedo de descorchar por accidente la última. Entonces, de repente, el incendio.

Espero que, al menos, la altísima, babélica, columna de humo se divisara desde la lejanía con hermosos colores y que los efluvios q emanen de los flambeados caldos impregnen la noche de dulces aromas de fruta y madera. Y quizá las cenizas abonen en alguna otra temporada una nueva cosecha con mejor suerte.

martes, 24 de noviembre de 2009

Alakrana y últimos fichajes

Ahora tengo un grave problema (bendita sea mi situación por poder llamar a esto grave problema). El terrible caso es que la Nueva ha desaparecido (quizá para siempre) y me he quedado más bloqueado que Cuba. Hace poco más de dos meses, la primera idea surgió casi espontánea, prácticamente de la nada, pero a fuerza de narrar en primera persona, la historia se vuelve más y más autobiográfica con cada línea (y no digamos ya con cada punto y aparte).

Entonces, ¿cómo seguir el relato de mi vida si ésta se ha paralizado? La única forma que se me ocurre es volver al lugar de donde partí, desvincularme del protagonista, hacer que de nuevo la imaginación desnuda tome el timón de la cochambrosa nave. En realidad no es tan difícil. Solo hay que cambiar una palabra de la última página que logré escribir de aquella historia por otra. Un nombre por otro, un sencillo cambio de cromos: Lectora en lugar de Nueva (Nueva ha causado baja, coloca en su lugar a Lectora). Un cambio tan simple permitiría volver a la más pura y limpia ficción y escribir sería otra vez un acto de feliz creación y no tanto de minucioso análisis.

El problema, como ocurre siempre para poder decirnos en un "caso grave", es que hay una complicación, por supuesto: que no quiero hacerlo. Y es porque prefiero mantener secuestrado el relato si el rescate supone ofrecerme a mí mismo como rehén.

sábado, 21 de noviembre de 2009

2013

Y aquel día vio cómo los astros colisionaron formando inmensas bolas de fuego y vio cómo los horizontes se elevaron hasta juntarse los extremos en lo más alto de la cúpula celeste, sumiéndole en una oscuridad total momentos antes de la Gran Explosión.

viernes, 20 de noviembre de 2009

¡Silencio, silencio! ¡Aquí yace la Esperanza!

-Acércate, querida, ¿me oyes? Ya ni sé lo que digo. ¿Cuánto queda para que vengan los niños del colegio? Mis hijitos, ay. Oye, hoy que vengan directamente, que quiero verlos, que no se queden con los hijos del vecino, los del Guardia. Pero, ¿por qué lloras, chica?

Esperanza está mala. No se acuerda de las cosas, a veces, y otras, cree en cosas que ya no son, pero que sí eran. Pero eran hace muchos años. A su lado, junto al sillón, frente al televisor, Sonsoles. Ahora no la recuerda, cree que es de la familia, pero le da pudor reconocer que no está segura y no dice nada al respecto.

-¿Mis hijos van a venir o qué? Ay, chica, que la niña viene más, pero el otro… ¿Cómo era?

-José Ignacio.

-Ay, sí. José Ignacio, mi Chacho. ¿Dónde está? Estará trabajando, claro. Los policías trabajan mucho. Ay, mi Chacho, ¡qué orgullosa estoy!

Iñaki, no José Ignacio, no está trabajando. Hace mucho que salió de la Ertzaintza para fugarse a Francia. A Bayona o algo así. Sonsoles sí que se acuerda, claro.

-Sí, Esperanza, sí. Tu hijo, un bendito.

-Pero, ¿por qué lloras, chica? ¿Tú también lo quieres mucho? ¿Es eso, eh, chica?

-Soy Sonsoles, Esperanza.

-Ya lo sé, boba, ya. Que no estoy mal de la cabeza, chica.

Lo ha dicho sin mucha convicción, por la cara de Sonsoles, más que por otra cosa.

-¿En qué piensas, chica?

-En nada.

Es mentira, claro. Sonsoles piensa en Esperanza, la pobre, que siempre renegó de lo que su hijo hizo después de abandonar la Policía pero se resistió a renegar de su hijo. Piensa en todas las horas que debió pasar sentada en un coche para visitar a su Chacho, al que siempre encarcelaban muy lejos de casa, cuando aún recordaba las cosas, antes de que llegara esta enfermedad que a Sonsoles se le antoja un regalo del cielo, por muy duro que suene. Por muy duro que suene y por mucho que rece por ella y por que se cure, no puede evitar pensar, a veces, que esta enfermedad es un regalo que el cielo ha enviado a Esperanza, para que no termine su vida sabiendo en qué se ha convertido su hijo, el mismo que tantas alegrías le dio cuando era joven. Que hasta le dieron una condecoración, en Madrid, hace ahora unos cien años.

-En algo estarás pensando, boba.

En lo que seguro no está pensando es en Iñaki. Seguro que no. Y tampoco en su marido. Ni en su cadáver tampoco, acribillado, tirado frente a la puerta de la casa hace ahora unos cien años.

-Mira que eres boba. Pero, ¿por qué lloras, chica?

-Por que sí. Por nada.

-No seré yo la que está tan mal de la cabeza, entonces.

Esperanza Chaos muere el 27 de enero de 2007, a los 83 años de edad, tras año y medio de dependencia producida por el Alzheimer y soportada por Sonsoles, viuda de Herrera, un militar finado por ETA en 1977. Por causa de sus hijos, Esperanza comparte un doble nexo con Sonsoles. El primero representado en el anillo que une a Altamira, su hija, con el hijo de ella. Son consuegras. El segundo nexo se constituye por otro familiar de cada una de ellas. Una víctima y un verdugo. El esposo de la otra y el hijo de la una, respectivamente: José María Herrera y José Ignacio De Juana Chaos.

[Es un chorri-reportaje que tuve que hacer para una asignatura de la carrera y yo qué sé... Es muy mierdoso como reportaje pero a mí me gusta. Está publicado tb en mi blog de la asignatura: Punto Crítico.]

viernes, 13 de noviembre de 2009

2012

Y es que ahora que sé que mi vida gira en torno a un solo eje, temo que, si pierdo ese eje, toda mi vida se desequilibre y entonces los planetas choquen y la Tierra se precipite contra el Sol y se funda en un mar de gases nobles incandescentes.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La cuerda para atar la locura

Ya no es que quiera verte, es que te necesito para no perder la cabeza ni la locura que en ella guardo.

jueves, 5 de noviembre de 2009

-¿De qué tienes miedo, recluta?
-¡De nada, señor!
-¡No me lo creo, capullo! ¡Inténtalo de nuevo!
-¡De todo, señor! ¡Tengo miedo de todo!
-¡Eso es, recluta! ¡Ahora sí me has convencido!

lunes, 2 de noviembre de 2009

Va de traiciones

Sí, de eso va. Ven, que te lo explico. Tienes un carácter muy peculiar, ¿lo sabias? Perfecto para un personaje de novela policiaca o de comedia negra... ¿Qué? No, no he dicho nada. ¿Y qué dices que pensaste ayer, lo de esa anécdota tan graciosa? Habla, habla mientras yo tomo notas. ¿Que he dicho qué de unas notas? ¡Qué va! Digo que si no notas que empieza a hacer frío. A ver, un momento, sí, situate un poco más a la izquierda. Ahí está perfecto, ahora a la de tres sonríe, por favor. Muchas gracias (quedará fantástico en mi próximo relato).

viernes, 30 de octubre de 2009

Quien avisa...

Hazme caso, es peligroso. No te fíes nunca. Porque quien tiene relación con un escritor ya estará expuesto para siempre. Da igual que consideres que no tienes ningún interés, un escritor puede utilizarte en cualquier momento. Puede describirte de pasada, para enriquecer (sin cocer) un relato, o hacer un especial sobre tí, volverse monotemático. No depende exclusivamente de él, de hecho, no es culpable de nada. Si no quieres verte retratado no te pongas frente a la cámara.

martes, 27 de octubre de 2009

Dos palabras

Creo haberlo oído, ¿vosotros no? Me parece haber escuchado esas dos palabras, y me aterra. Porque las siento. Porque temo haberla entendido mal y desnudarme y quedar indefenso y, claro, desnudo. Y porque temo que ella lo oiga como un eco, porque de verdad lo siento, y temo que lo oiga como un eco que no sonaría de no haberlo invocado su lengua. Aunque es cierto que su lengua tiene parte de culpa.

lunes, 26 de octubre de 2009

Que quita la respiración

Es que las lágrimas en tu rostro son un espectáculo de belleza empalagosa. Tan bello que retiene el tiempo y tan empalagoso que quita la respiración, que deseas que pase enseguida y que no quieres volver a presenciar jamás, aún cuando sabes que volverá a retener el tiempo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Por saludar en el ascensor

Nuestras bocas están a escasos cinco centímetros y la suya es más profunda que el abismo y al menos cinco veces más atractiva y más que un agujero negro; son diez agujeros negros comprimidos entre dos labios sonrientes y sin maquillar y con cien pares de perlas brillantes orbitando a su alrededor.

[De ese 'nuevo proyecto'en el que estoy ahora]

lunes, 21 de septiembre de 2009

Por no moverme

Creo que me quedaré escuchando canciones tristes, esperando a que algún día te dé por venir con tu música a esta otra parte.

jueves, 10 de septiembre de 2009

No vuelvas de vacío

Pero pienso que dejarte ver no es suficiente para reparar el daño que has producido con tu ausencia. Va a ser mejor que me beses.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Amante inconfeso

-Porque quiero olerte borracha a mi lado cada tarde que despierte de resaca -pero no lo dijo-.

sábado, 22 de agosto de 2009

Divagaciones en el manicomio

-¿Una posición incómoda? No lo será más que la del sentado en un váter ajeno sin pestillo en la puerta que le ampare. No me encuentro más vulnerable en ninguna otra situación. Con el trasero apoyado solo mínimamente, preparado para saltar como un resorte felino en el momento indicado. Sudando, a veces, por la tensión contenida. Si se llega, empujando la puerta con la mano y si no, con la pierna, y si tampoco así se alcanza, temblar con los puños apretados, gesto digno por si las moscas...
-¿Por si las moscas qué?
-Yo que sé. Es una expresión. Por si las moscas son atraídas por la mierda, supongo.
-Touché. ¿Y qué más?
-Gesto digno por si las moscas y la mirada fija en el pomo, atenta a la menor vibración, que si llega irá seguida de una voz de aviso que nunca consigue ser más que un ladrido, nunca una verdadera frase, con sujeto y predicado y todo eso. Eso, amigo, es una posición incómoda. Más aún que la de aguantar ventosidades en el cine y tratar de ahuecar la postura para amortiguar el sonido y ver al ocupante del asiento vecino torcer la nariz y mirar a un lado y a otro mientras uno se concentra en las palomitas y casi mete la cabeza en el cubo como una estúpida avestruz.

[Otro escatológico trozo de Miedo y asco en el País de las Maravillas]

lunes, 3 de agosto de 2009

Áspero y deprimente

Áspero y deprimente.

Agosto y despertar (solo).

Mientras Agosto me golpea en la oreja [molestando lo que escribo, avivando al vago que llevo dentro], solo se me ocurre deprimirme y hundirme en la silla o deprimirme y hundirme en la piscina o deprimirme y hundirme. Punto y seguido. Mientras me acuerdo de aquella vez que hablé con ella y no tartamudeé, cuestionándome si de verdad ocurrió o no es más que una maravillosa fantasía, solo se me ocurre deprimirme y hundirme o llamarla, tartamudear un rato y colgar con las orejas unidas por las comisuras de mis labios y la mirada de idiota con la que hace miles de años yo naciera pegada en la cara y elevada a su máxima expresión. Punto y aparte.

Cumplir años debería estar prohibido solo a veces y tartamudear, casi siempre. Y verla debería ser asignatura troncal y obligatoria, para aun así cogerla de optativa.

Creo que Agosto es una palabra con dos partes. La primera sería "A-" que me hace dejar las cosas a medias. E irme a la playa es de las cosas que más me apetecen. Otra de esas cosas es verla. Otra es no tartamudear al verla. Y otra, aunque no tiene nada que ver, es besarla a ratos y amarla en los descansos. Y luego, cuando se vaya ella o yo y me mire al espejo, sorprenderme con esta cara de orejas conectadas y mirada milenaria y burlarme por haberme dejado atontar de una manera tan tonta, valga la retontancia.

Lo peor es que ahora me acuesto y duermo, supongo. Eso no es lo peor, no, sino que después me despierto, solo, supongo. A menos que... nada, que solo.

Ahora y después.

Agosto es áspero y despertar (solo), deprimente.

miércoles, 24 de junio de 2009

De cómo G conoció a M

Gritos, sangre y ruido. Mucho ruido. Gritos ajenos, resonando en las paredes blancas llenas de dedos negros, en las esquinas sobre todo.
Sangre ajena, roja y abundante, y en las manos de G. Y una gota de sudor baja en tobogán por un escaso mechón de pelo rubio, choca contra un cristal para miopía y se hace mil pedazos. Y plas plas plas, las zapatillas de G esta vez, no son ajenas, corriendo de clase en clase. Y pum pum pum. Y el gatillo clic. Y las bofetadas plaf. Y G sigue: correr, abofetear, gatillear.
Y más gritos, más sangre, más ruido. Mucha sangre. Incluso sus propios gritos, su sangre, sus plas plas, le son ahora ajenos. Y plas, pum, clic.

Chic chic chic, M golpea el teclado buscando esa infame nota que se escurre entre sus dedos y piticlín una ventana se abre, G dice quiero verte, M dice que sea pronto y un avión trae a G al día siguiente y G y M son felices, sobre todo M, y H crece y crece.

M quizá nunca sepa lo que hizo G antes de venir y tener a H, aunque lloró mucho boquiabierta viendo ese reportaje sobre un instituto americano. Y gritó. Y sangre y ruido. Pero aún sabiéndolo seguramente no hará nada y seguirá feliz. Y siempre tendrá una niñera a la que llamar.

viernes, 19 de junio de 2009

No del todo

Hermosa la peste que tu cuerpo devora.
Hermosos los gansos, y las ocas vacían tu cráneo.
Mañana degustaremos el paté de tus ideas,
pero al menos no morirás del todo.

Oí a un loco contando tu historia.
Muchos locos contaban tu historia;
y tú eras uno de ellos.
Y muchos fueron encerrados y locos murieron;
y tú eras uno de ellos,
Pero al menos no morirás del todo.

Muchos locos contaban tu historia.

(Poesía panerista)

domingo, 7 de junio de 2009

Amor impresionista

Nuestro amor comenzó en mi infancia.

Ella coronaba una carroza y yo la esperaba en un balcón. Era Día de Reyes (después rebautizado como Día del Maldito Cangrejo). Sin certeza alguna puedo asegurar que hacia mí dirigió sus ojos. En lo que duró esa mirada, de fugacidad eterna, juraría que me amaba.

En otra ocasión, incluso, ella estaba con cerveza y otro hombre, pero me buscó con la vista. Al fin, ella me miraba y yo la miraba. Entonces diría... no, juraría, que me amaba.

Enterrado junto a un vagón y otras cien personas solo vi a una. Lo demás, retragado por la tierra. Leía y tarareaba, pero la notaba en la piel y me puse rojo. Se fue sin dirigirme la palabra, pero juraría que me amaba.

Yo la amé cada vez. Balcón, bar, metro y playa y también aquella plaza. Y también otras setenta y siete veces. Y también anoche: abrió los ojos despacio, bajo el peso de mi cuerpo y juraría que me amaba. Luego me lo dijo.

Y yo la amé cada vez. Y también anoche. Luego se lo dije.

viernes, 29 de mayo de 2009

Semenario

Y Cardenal, al día siguiente, llegó a aquel colegio y vio saliendo de la capilla a Niño, con pasos cortos y rápidos, seguido por Cura, con pasos cortos y rápidos. Y Cristo en la pared lloraba, pero nadie le veía, que estaba castigado, de espaldas.

Y Cardenal paró a Niño, orgulloso de servir de ejemplo, supongo.

-Y tú, pequeño, ¿quieres ser sacerdote de mayor?

Niño miró a Cura.

-¿Yo? ¿De mayor? Yo quiero ser aborto.

viernes, 22 de mayo de 2009

Baja laboral

El primer día de “desintoxicación social”, como Conejo dio en llamarlo, se despertó muy temprano y, pese a estar una hora dando vueltas con las sábanas, no logró cazar ni un bostezo rezagado de la manada. Finalmente capituló, se levantó refunfuñando, dio un descalzo puntapié involuntario al marco de la puerta y llegó dando saltitos a la cocina. Se preparó un nutritivo desayuno a base de café con hielo y tabaco y encendió el televisor para apagarlo de inmediato. La programación matinal los días de diario es infame. Después de quemar dos de ésos con la mirada centrada en la esquina agrietada de un azulejo, se decidió a bajar a la tienda de ultramarinos a por el periódico y cerveza, que no era plan empezar con whisky tan de mañana.

Por las pesimistas portadas de la “prensa seria”, acabó leyendo los chismorreos de la prensa deportiva sensacionalista, lo cual le deprimió más, seguro, que si hubiera cogido La Verdad, con un atentado, una muerte violenta y una entrevista a varios congresistas (‘continúa en la página 14’) en primera plana. Incluso recortó un artículo para poder quemarlo cuidadosamente.

[Otro aperitivo del proyecto de novela.]

jueves, 21 de mayo de 2009

Mis memorias

Y verse en la obligación de amarlas a todas incondicionalmente, con la única condición de olvidarlas pronto y aún recordarlas para siempre.

Y siempre dejarse engañar y que los perfumes se reconozcan y diferencien, y se reconozcan y rememoren momentos mejores [aunque no hayan existido tales].

Y las pieles, que tienen memoria, también se acuerden del color de las cosas, de vestidos, de melenas, y entre sombras desvestidos, sus relatos escuchar.

Y los ojos mirarse bajo las gafas y bajo las pestañas, en un verse sin querer y aún así querer verse, aunque no haya nada que ver [por no querer perderse, puede].

Y acordarse de estar juntos hoy, mañana y ayer, y, aún cuando ya jamás existamos, saber que cualquier tiempo presente es mejor.

jueves, 30 de abril de 2009

Así habló Quasimodo o El derrocamiento del león

Víctor Hugo, en una de sus extensas divagaciones sobre arquitectura, hace una afirmación que me recordó inevitablemente a Nietzsche. Este es el fragmento al que me refiero, de su obra Notre-Dame de Paris: "[···] el feudalismo intenta compartir el poder con la teocracia, mientras llega el pueblo (que llegará inevitablemente) y que, como el león, tomará para sí la mejor parte."
Por su parte, Nietzsche, en Also sprach Zarathustra transcribe este discurso -que fuera declamado en Die bunte Kuh, la Vaca Multicolor-: "[···] ¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? 'Tú debes' se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice 'yo quiero'. [···] Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu?¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa? [···] Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león."

A nadie se le escapará que parecen hablar del mismo león, pero tampoco que la imagen del francés es excesivamente optimista: el pueblo, llano y simple por definición e ignorante en honor al colectivo, tomará para sí lo que él crea la mejor parte, que rara vez coincidirá con el mayor premio... incluso la nobleza supo elegir mejor. El alemán renegado de tal, en cambio, considera a este león, al pueblo, un afortunado paso hacia el Niño (el del santo decir sí, la inocencia y la creación de nuevos valores). El negador nihilista sería, si juntáramos las palabras de ambos sabios, quien se ocuparía de los grandes edificios hasta que el pretendido súper-hombre llegue. O hasta que el niño, bailarín del precipicio, decida dormir para siempre al raso y convertirse en dios y en Dios.

"Dios dijo:'Haya luz' y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y la separó de las tinieblas."

lunes, 27 de abril de 2009

Hermandad Universal

Cuando mi primo me esconde las llaves del coche y la chaqueta verde, me desplazo en tren hasta Madrid para ir a clase. Afortunadamente no ocurre muy a menudo; solo cuando yo le escondo el mando del televisor y la barra de labios.

Desde debajo del jersey morado y apoyado en mis zapatillas favoritas, que pertenecieron a mi padre, sujetaba la barra que soporta el techo del vagón, aterrorizado ante la idea de que se desplomara sobre mi cabeza. Cuando subió una pareja en la estación de Torrejón y se ofreció el galán a cumplir el papel de pilar, pude al fin sentarme, no antes de darle las gracias, claro, ¡que una vez fui a un colegio de pago!

Agotado como estaba (solo fueron dos paradas pero, al estar lloviendo, el techo pesaba más de lo normal), me desplomé en el primer lugar libre, es decir, al lado de una chica a la que no podía dejar de observar. Y no es que me atrajera, lo cual no sería extraño teniendo en cuenta mis antecedentes hormonales, sino que, en cuanto desviaba la mirada, olvidaba su cara y eso me frustraba. El caso es que no era en absoluto fea, pero al parecer carecía de todo rasgo que invitara a mi lujuria o mi interés. Tampoco encontré en ella ningún detalle que me desagradase. No sería capaz de describir su rostro, como decía, pero creo recordar que no carecía de feminidad. No era ni alta ni baja, ni flaca ni gorda, ni nada de nada. Se diría que estaba bien proporcionada. O al menos eso pensé en aquel momento. Puede que fuera morena, pero a ratos me vienen a la memoria ciertos destellos rubios cuyo origen no puedo concretar.

Ante la imposibilidad de precisar nada más la catalogué, sencillamente, como la Hermana Universal. Tenía (tiene, en realidad, a no ser que se cayera al salir del tren y le encontraran un cáncer terminal o una enfermedad degenerativa en fase avanzada que, tristemente, haya acabado con su vida antes de escribir yo esto) aquello que las hermanas tienen para los hijos de sus padres que hace que ellos, excepto en particulares excepciones, se vuelvan inmunes a las trampas que ellas pudieran dejar caer. Quizá las trampas de la pobre difunta llevaran repelente en el cebo. O es posible que fuera mi hermana en otra hipotética vida pasada, porque en Asamblea de Madrid-Entrevías la vi, con la cara pegada al cristal grueso y, como me daría cuenta después, pegajoso, besándose apasionada con un chico joven al que, sin ningún atisbo de vergüenza, me declaro completamente incapaz de describir.

miércoles, 22 de abril de 2009

Requiescat in memoria nostra

¿Qué significa eso de Paz Eterna? Yo diría más bien Rollazo Absoluto. La manía de que la eternidad debe ser algo bueno y preferible solo viene de no haberla presenciado. Es igual que "¡Oh, vaya! Ir a la selva tiene que ser estupendo" y un mes después rezar un par de Padresuyos entre las fauces de una pantera del tamaño de un elefante. ¿A quién puede aliviar que nuestros muertos estén en "un lugar mejor" lejos de nosotros? Si somos sus seres queridos preferirían estar cerca, digo yo, por mala que sea la situación. Odiaría ver que mi padre estuviera quedándose mirándonos sin más desde el interior de una burbuja de profunda y opiácea felicidad. Ni siquiera eso, porque paz nunca fue sinónimo de felicidad, sino más equivalente a apatía y a nunca-pasa-nada. Prefiero saber que está conmigo en un sentido mucho menos metafórico.

Confío en que la vida tras el fin de la vida resida en la memoria ajena y, gracias a eso, podríamos dejar de oír hablar de tanta patética rectitud y nos concentraríamos más en amar o ser amados, ya que solo tendrán Vida Parte II los recordados, ya sean queridos o despreciados. ¿Quién podría soñar un paraíso más bello que los buenos recuerdos de los demás? ¿Y qué terrible imaginación crearía un infierno más aterrador que el hecho de que la única constancia superviviente de toda una vida humana (puesto que el resto del cuerpo es solo la devolución de un préstamo que la Naturaleza nos brinda) sean pensamientos de desprecio, aunque a veces se tiñan de lástima y eufemismos?

A algunos les parecerá una idea desoladora y pesimista ("¿Que se puede fornicar a diestro y siniestro sin ir al infierno?") pero esta pretendida certeza me atrae mucho más que ser devorado por un demonio del tamaño de un elefante por toda la Eternidad.

domingo, 5 de abril de 2009

Haiku: Ante mortem

Solo de noche

el armario vacío

y una navaja

jueves, 2 de abril de 2009

¡Dios, qué bella eres! Sería capaz de mirarte durante horas sin cansarme. Tus ojos, tu boca, tus labios. Tus dulces labios. Todo tu cuerpo. Sería capaz de mirar todo tu cuerpo durante horas, mientras me das la espalda y contoneándote te vas de mi lado.

Serpientes acuáticas II. Óleo sobre lienzo, por Gustav Klimt.

martes, 31 de marzo de 2009

¿Sartresiana?

Una chica horrible ocupaba el asiento contiguo. Era tan fea que parecía hecha a propósito para una de esas películas-parodía americanas. Sería difícil distinguir su edad, desde luego. Si Platón fuera capaz de concebir la idea de fealdad, sin pensar en ella como carencia de belleza, aún se sentiría humillado al ver a la realidad superando de nuevo a la imaginación. Otra gran victoria de la práctica sobre la teoría. Malamente visible, era toda una cosa-en-sí. Gafas, dientes terriblemente descolocados, nariz aguileña, la piel de la cara poblada de cráteres macilentos... y un olor espantoso a podrido y bilis.

Me levanté para ponerme al fondo del autobús. Alguien había vomitado, quizá no tuviera ella la culpa del tufo, pero ¿qué demonios estaba haciendo? Algo con un imperdible abierto y un líquido negro y repugnante, con aspecto de brea -acaso una pócima mágica-, en el culo boca arriba de una lata de Aquarius. Al sentarme, al principio, pensé que Eso era lo que apestaba, hasta que descubrí el pastel. Sin embargo, más tarde no descarté que Eso o ella fueran la causa del chiste del último asiento.

En fin, yo me recliné en el penúltimo, con las rodillas apoyadas en el respaldo de delante, como siempre, mientras leía a Burguess y escuchaba la lista aleatoria del iPod. Canción 381: Scissor Sisters - She's my man, poco apropiada para el autobús y la náusea que contenía. La 382, de The Melvins, fue mucho más oportuna. Pura grunge (mugre, en inglés) en mp3 en el mugriento autobús con la mugrienta niña -llevaba un chándal rosa chicle lleno de bolitas por exceso de lavado y una camiseta azul celeste sorprendentemente limpia- de los calcetines blancos con mil vueltas en el mugriento dobladillo. No se veían sus piernas, pero si tuvieran la mitad de pelo que sus brazos...

Dos filas por delante de mí (en el asiento anterior a la hija del monstruo de Frankestein), un hombre miraba de soslayo continuamente al proyecto de-bruja-de-cuento-de-los-hermanos-Grimm. Llegando a Avenida de América, el hombre se levantó, recogió su chaqueta del último asiento y salió a toda prisa por las escaleras.

Por si fuera poco, llevaba un piercing y un abrigo rojo y negro. Y me la volví a encontrar en el metro.

martes, 24 de marzo de 2009

Solo con una

Llevo varios días sin escribir nada. Nada de nada. Y cuando pienso en apoyar el puño en la hoja cuadriculada no consigo imaginar más que una palabra. Siempre visualizo los mismos feos trazos de mi caligrafía manuscrita, sin saber siquiera qué quiere decir ni qué puede transmitir. ¿Qué cojones voy a contar con una sola palabra?

Y puedo ver la tinta corrida en el papel arrugado que crepita desdoblándose en la papelera. Líneas enteras, párrafos, páginas y cuadernos. Una sola palabra repitiéndose continuamente, letra por letra, hasta el infinito, en distintos tamaños y tipos de letra (MAYÚSCULAS, minúsculas, cursivas), pero siempre la Única. Hojas y hojas en blanco, llenas de surcos, cuando se secan los bolígrafos, a la espera de los que siguen. Y los libros de las estanterías, desgarrados en el suelo, superpuestos mis renglones a la tipografía negra que, si uno se concentra, aún se puede leer (solo quedan ahora rotuladores verdes) y Michael Ende perdiéndose en su propia Historia.

Ya sin papel ni tinta las paredes brillan rojas rezando en voz baja, musitando la palabra, mientras yo la grito a través de mis dedos y sus uñas rompiéndose a lo ancho de los rugosos muros. La angustia del que escribe. Al fin las muñecas quietas y la espalda en el suelo, mis labios esbozan repetidamente la mueca que precisa este verbo maldito, con altibajos, eso sí. Tan pronto murmurando en la noche de una playa desierta de vivos a las estrellas, como gritando sobre montañas nevadas de semen a los vientos silenciadores. Hasta llegar el momento en que solo el susurro es posible, entre los labios apergaminados (por desgracia, no lo suficiente para escribir aliviado sobre ellos), blanquecinas las comisuras, y perderse el texto, acabarse el cuento vocalizando un estertor y un punto y final.

"Farsa".

lunes, 16 de marzo de 2009

EXD - Aerótico

Por Javier Velázquez y Nacho Bibián.

Si te quiero
y es mentira,
no es porque no pueda,
es porque no quiero.
Y es mentira
porque te veo invisible
y en mis sueños no apareces.
Y ahora creces sin medida
para darme una lección.

Si pierdo la cabeza
y te miento de mañana,
no es porque yo sea malo,
es que no sé ser bueno.
Y te miento de mañana
porque todos los gatos son pardos
y tú eres toda una perra.
Y follar contigo no es follar,
es perder mi Norte y Sur.

Si te pierdo
y no me importa,
olvidaré tu cara y tu pelo
por si todo era mentira.
Y no me importa
porque lo que pasó se ha ido
y el futuro nunca espera.
Y mi vida seguirá remando,
sin las velas de tus ojos.

Si el título te suena de algo, mira aquí.

jueves, 12 de marzo de 2009

Tras el día de mi muerte

Si tengo que tragarme esta mierda, ¡joder, traedme palomitas!


Si no lo entiendes pincha aquí (igual haciendo autopromoción...)

lunes, 9 de marzo de 2009

Rec - viviendo

Por lo visto -no por mí, por otros-, Benjamín Botón nace siendo viejo para ir juveneciendo (no cabria aquí el "re-") a medida que [de]crece, teniendo una muerte, debería suponerse, envidiable, entrando en una mujer.

En el cuento de Carpentier Viaje a la semilla, la vida de un hombre se rebobina al llegar Tánatos, empezando el relato en el occidente y acabando, no solo en el nacimiento, sino más allá.

Según algunas leyendas, Merlín el Mago vivía hacia atrás y por ello conocía el futuro. ¿Estarán contentos Platón y Descartes con lo que eso supone? Significaría que llega a la vida con todo el conocimiento y a medida que avanza, por decirlo de alguna manera, va recordando experiencias. Sin duda, esta persona podría no limitarse a ser un vulgar consejero de un rey feo y bajito con un nombre tan feo y bajito como Artús y llegar a ser un dios en la Tierra, al no ser posible otra clase de dios (no personificado, al menos).

Hay un problema en esto: si alguien conoce lo que ocurrió y lo que llegará, ¿realmente tiene devenir? ¿No sería su vida moverse en el tiempo atrás y adelante hasta la eternidad?

Puede que, tras viajar a la semilla, revivamos nuestra historia. Quizá así se explicara la posibilidad de la existencia del Cielo/Infierno. El primero consistiría en poder pasar de escena de la película cuando llegan los malos momentos y el segundo, en que el botón del fast forward esté atascado, o incluso se vea un remake de las peores jugadas.

Solo queda desear que Merlín el Magnánimo y Altísimo retrase al máximo ese momento: nunca me convenció el cine español.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Amor pero, sobre todo, sexo

Cuando mis amigos se fueron con aquella malísima escusa para dejarme solo con la chica, ya pensé que era mi noche. Ya no me acuerdo ni cómo se llamaba, con que os podéis imaginar si triunfé o no. No hace tanto tiempo.

Después de un rato hablando y tonteando, cogió el teléfono y me soltó un rollo en plan “mi piso se quema/inunda”, “mi tío ha tenido un infarto” o “a mi hermano le acaba de dar una sobredosis/accidente de coche”. Así que se fue corriendo y a mí ni siquiera me dio por pensar si era verdad o no, con el dolor en la entrepierna. Al final, viéndome solo en la barra de un bar con dos cubatas a medias, decidí quedarme y terminármelos, “al menos eso que me llevo para el cuerpo”.

En una de las visitas al baño, a uno le pareció encantador mi paquete y no dejó de mirármelo mientras yo hacía uso del urinario guión meadero. Me hizo pensar lo complicado que resulta tratar con mujeres y lo fácil que sería si no-pensaran, como los hombres, con lo que acabé en el clásico “yo si fuera tía sería una zorra” y en el inevitable “qué suerte tienen los gays”. No recuerdo si esto lo decía en voz baja pareciendo un demente, lo pensaba o se lo gritaba al camarero, ni si era porque ya me volvía la sangre a la cabeza o precisamente porque seguía donde estaba, pero seguro que nadie atendió a mi disertación, así que soy el primero en publicarla.

“Los homosexuales deben…” qué palabra tan horrible, si lo piensas. Con heterosexual lo mismo: parece que absolutamente todo se reduzca al sexo… sí la mayoría de las cosas pero, ¿todo? Digo yo que, porque un hombre se tire a otro hombre, no va a ser necesariamente homosexual. No, si solo se trató de sexo. Lo que llamamos homosexual sería entonces ‘homoerótico’, por ejemplo. Es decir, alguien que siente amor por alguien del mismo sexo o es susceptible de sentirlo (no el amor ése generalizado entre los cristianos, ése que todos se tienen y luego se tratan a patadas; y tampoco el que puedas tener a tu madre, claro). Distinguiríamos entre la gente que simplemente jode con personas del mismo sexo pero que en realidad es ‘heteroerótico’ y los que, además de tirárselas, podrían casarse con ellas, vivir juntos, etc. Con sentimiento, me refiero. Pero claro, no acaba ahí, porque podríamos catalogar a algunos como ‘aeróticos’ si no son capaces de amar a nadie, u ‘omnieróticos’ si pueden amar a cualquiera (da igual si por un rato o de por vida), y así sucesivamente.

Más o menos esto me decía yo allí sentado en el acolchado taburete y decidí poner en práctica la clasificación de la que tan orgulloso estaba. Con solo ver al camarero tuve claro que era bisexual, pero no sabía si meterle entre los ‘aeróticos’ o los ‘omnieróticos’, porque, aunque parezcan opuestos, los hay que viven para siempre con el ser no-amado y los hay que cada día aman de verdad a alguien. Me decante por ‘omnierótico’ con reservas y promiscuo sin escrúpulos ni remedio. Seguí como poco otro cuarto de hora con un grupo que bebía en una esquina y de los que no recuerdo los datos de la investigación, hasta que me aburrí. Cómo se iban a poner los conservadores cuando se enteraran de todas las razas distintas que había descubierto yo solito. Con la que han montado contra los matrimonios homosexuales, imagina si se legalizaran entre gays y lesbianas, quiero decir, gays con lesbianas.

-Hola, guapo. ¿Tomas algo?
-Lo siento, soy heteroerótico.
-¿Qué?
-Un bourbon con limón, gracias.