martes, 11 de diciembre de 2007

En Sevilla.

Era una tarde fresca en Sevilla, impropia del agosto que corría. Colocó el fular al reflejo del escaparate de la librería y marchó con paso firme y bamboleante, como de costumbre, templando la temperatura a su paso y acabando de caldear el ambiente con su dulce fragancia.
La calle Sierpes rebosaba multitudes. La plaza de San Francisco estaba repleta. La zona centro irradiaba un confortable calor humano animado por el agradable clima. Los tenderetes ambulantes apenas dejaban un claro de asfalto o enlosado y Ana coqueteaba con todas las baratijas.


Hace años que se fue. Hace años que me dejó. Hace años que estoy solo.
Apenas sabría describir su rostro. No estoy seguro de recordar el color de su pelo, el color de sus ojos. Hace años que estoy solo.
No conozco ya su voz. No resuena en mi mente ninguna palabra de su agridulce boca. Hace años que estoy solo.
Nada me queda de ella. Solo la pulsera rosa que compró una tarde de verano.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña,
que el hombre que vive sueña
lo que es, hasta despertar.
Y puesto
que toda la vida es sueño,
y los sueños sueños son...
soñemos, alma, soñemos.


¿Sabías que Ana es capicúa?

Anónimo dijo...

Creeme, sí, lo sabía.XD

Algunos lo entenderán más que otros.

Anónimo dijo...

Tal vez te sorprenda quien es la persona que más lo entiende

Anónimo dijo...

"Sólo la pulsera rosa que me compró una tarde de verano"

..Súmale el recuerdo que te quedó.

Algo es algo, amigo.


La pamplonica

anacabs dijo...

me acabaré aprendiendo tu blog de pé a pá