viernes, 14 de enero de 2011

Puro vivir

Me ha contado un amigo muy amigo que el otro día vio a un niño y una niña paseando por la calle. Las condiciones de sus piernas les hacían ir despacio, cogidos de la mano, caminando uno muy cerca del otro y mirándose a los ojos cada vez que cruzaban alguna palabra. Esperaban pacientemente en los semáforos para peatones en rojo y cada vez que uno de los dos se quedaba embobado mirando algo, apretaba con suavidad en su puño los dedos del otro. Eran puro compartir. Eran puro soñar. Eran puro vivir.

Me ha contado un amigo muy amigo que el otro día vio a un anciano y una anciana paseando por la calle. Las condiciones de sus piernas les hacían ir despacio, cogidos de la mano, caminando uno muy cerca del otro y mirándose a los ojos cada vez que cruzaban alguna palabra. Esperaban pacientemente en los semáforos para peatones en rojo y cada vez que uno de los dos se quedaba embobado mirando algo, apretaba con suavidad en su puño los dedos del otro. Eran puro compartir. Eran puro soñar. Eran puro vivir.

1 comentario:

barbaria dijo...

Por qué será que en sólo en la inocencia de la juventud o en la sabiduría de la vejez se hace eso. Perdemos la mitad de la vida esquivando mirarnos a los ojos.