EPÍLOGO: La puerta trasera del pozo.
¡Atraviésame, brillante bala!
Atraviésame, alada joya, y convierte mi alma en lo que siempre fue mi cuerpo: humo y sangre.
Derrúmbame otra vez, y que cuando mi tronco sea talado y caiga al suelo impregne el piso de sangre y levante todo el polvo, una nube. Humo.
Méteme en la barca y no olvides pagar al esquelético cayuquero dos monedas. No creo que necesite documentación allá donde voy, bastará con que abones todos los gastos, como siempre. Hasta ésos se contentarán con una buena suma.
Y cuando llegue, ¿a qué piso me guiará mi Virgilio? ¿Me llevará junto a mi clara y luminosa Beatriz quizá?
¿A qué esperas brillante lucero? ¿Por qué no estallan ya mis entrañas? Ya ves que te anhelo. Aunque también te temo. Temo tu sonoro golpe y temo convertirme en un pelele inerte y agujereado; pero más temo seguir sintiendo este dolor que no puedo llorar, ¡tan profundo es mi dolor!
Tiéndeme ahora tus canosos cabellos, que quiero trepar fuera de este pozo, o al menos abre con tu plateada llave la puerta trasera.
Canciones populistas
Hace 9 años
4 comentarios:
Tio Nacho eres la poya. Un final muy adecuado: emotivo, culto y silosófico. Tu Ovideo es la leche macho un 10 en el relato entero escribe más por dios. Sacate una novela. Weno pa ke veas ke te komento eeeeee.
wenas noxes/días/tardes.
La larga espera ha merecido la pena. Me ha gustado mucho. Aunque triste, sentido, poético... ¿cómo era esa palabra?... onírico?? :P
"pero más temo seguir sintiendo este dolor que no puedo llorar..." Bonita frase...
Ya ves, hasta tu blog lo lleno de ..........
Un beso!
Me ha gustado mucho el final. Tendré que leerme de nuevo todas las partes, porque ya se me había olvidado la historia ;-)
Un fuerte abrazo.
Muy bonito, Nacho, ya lo sabes! Sabes describir bien los estados de ánimo y mostrar esa desesperación.
Sigue escribiendo, en serio
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