lunes, 1 de abril de 2013

Juntar los puntos

Me apellido Gallardo. Al describir a un nuevo personaje es ideal comportarse como el que diseña pasatiempos. Más concretamente, como el que distribuye unos puntos ataviados con unos números que señalan un orden. Solo escribo de Pascuas a Ramos, pero en esos periodos de inactividad me da tiempo a descubrir alguna que otra cosa sobre la escritura. En ocasiones ese descubrir se confunde con crear, pero nunca sé hasta qué punto no estamos recuperando una idea que a alguien se le ocurrió, aunque no la expresara. Consiste en indicar vagamente unos vértices del personaje, ciertos rasgos que lo definan, pero teniendo en cuenta que quizá sea un niño quien lo resuelva, y aun así deberá ser reconocible. Tantos y tantos miles de millones de personas han existido, tantísimos años han vivido, y cada uno con su lengua incansable, articulando sin parar una sílaba tras otra, en diferentes idiomas quizá; por eso, ¿cuántas combinaciones de palabras quedan aún inexploradas y vírgenes? La hermana de mi padre se casó con el señor Buendía, pero no era familiar de Aureliano, ya lo he comprobado. Muchos se limitarán a empuñar un bolígrafo y con líneas rectas y firmes unir el [·1 -Sus manos eran fuertes, como las de un estibador, grandes y rugosas, como el casco de un viejo barco] con el [·2 -El pasado de bailarina forjó en sus ojos unas armas de mujer que no conocieron jamás el desgaste y siempre brillaron en las batallas], y éste con el [·3 -Solo a los niños y a los borrachos les permitía ver la belleza de sus manos y la furia de sus ojos, después de toda una vida dedicada a otras vidas]. Y así sucesivamente, con su bolígrafo fuertemente asido, marcando la hoja y también las posteriores. Otros esbozarán a lápiz con suavidad y luego adornarán tus guías con sus propias aportaciones e incluso recurrirán a un retrato para reconocer aún más a un ser querido o ya imaginado por ellos, reinventado, redibujado y readornado. Y recurrente. Mi primo se llama José, pero José a secas. Ni José Aureliano, ni José Arcadio, ni tampoco Aureliano José, por supuesto. Así que las iniciales de mi primo son J.B., como el whisky. Y a un labrador negro que compraron, su hermano lo llamó Cardhu, aunque los demás lo llamaban como a mí. Si un millón de monos no tiene apenas posibilidades de recrear un Shakespeare, ¿qué opciones tengo yo, que solo soy un hombre, de Inventar una frase completamente nueva? Una frase que jamás se haya escrito, dicho, o pensado, susurrado, soñado, cantado, representado o articulado. Una, en fin, que nunca se haya generado. Virgen, como decía antes. A veces escribo con música, o con la televisión puesta, de fondo, y a veces con una copa a mano derecha, esta noche de ginebra. Acaba de terminar La Huella, con Michael Caine, es decir M.C. Coprotagonizada por J.L. y dirigida por K.B. Me gusta más que la versión de los 70, en la que M.C. interpreta al joven. 

Los rasgos físicos a veces ayudan a conocer por dentro un personaje, pero tiene mucha importancia el cómo se dan esos datos. Por ejemplo, no sería lo mismo decir de mí que tengo los ojos marrones o pardos, o que soy razonablemente alto o anormalmente estirado. Alguien podría escribir que soy patizambo o en su lugar mencionar una ligera cojera, o incluso ignorar o no un tic que inquieta la comisura izquierda de mis labios y que por ello siempre bebo mi copa, esta noche de ginebra, por el lado derecho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quise saberlo todo de ti pero no hubo palabras.

Leteo dijo...

Quizá lo que hubo fue puntos y números.