lunes, 29 de marzo de 2010

Yo también

Cuando les veo escuchar, abrazarse, abrazarnos, ilusionarse, amar, divertirse... Cuando les veo vivir me da por pensar que quizá seamos nosotros los discapacitados.

martes, 23 de marzo de 2010

Otro crimen ejemplar

LA MATÉ porque si la hubiera matado otro me mataría.

A la manera de los Crímenes ejemplares de Max Aub.

sábado, 20 de marzo de 2010

Definitivamente perfecto

Traviesa, tuerce su labio inferior en una sonrisa, mientras me condenso y lluevo y lloro sobre su espalda desnuda. Densas nubes de un aroma dulzón se van formando en la habitación cerrada a cal y canto de la que nunca saldremos; y tal, y canto mil canciones en su oído porque es mía y yo soy definitivamente suyo: rodeado, como estoy, por su olor y apresado, como estoy, por su pelo castaño claro y deslumbrado, como estoy, por sus destellos dorados.

jueves, 18 de marzo de 2010

La Plaza del 18 de Marzo

No eres mi mitad. Eres mi todo. Porque si te vas no queda ni una parte de mí, ni una pobre porción, ni un triste trozo: ni rastro. Desaparezco aquí.

La única posible mitad de cada uno es la Muerte. Muerte es aquella paciente amante que espera a cada uno y llega invariablemente. Que si me lleva, dejo aquí la mitad, pero si te lleva a ti, de mí no queda más que vacío y nada.

Feliz cumpleaños, Luisa.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Inspiración

Tengo fe en tus ojos. Es la única religión que contemplo. La dictada por tu lengua y leída en tus labios, mi única ley. La única autoridad que se me impone es la del peso de tu cuerpo y los únicos lazos, cadenas, capaces de atarme y sostenerme son los compuestos con tu pelo, pero solo en tu regazo soy libre. Con tu saliva has llenado una infinidad de verbos que para mí eran vacíos y que no voy a enumerar ahora, porque ya los conoces, porque tú los has creado. Mi piel rechina y chispea al entrar en contacto con el aire que fluye entre tus dedos: la única influencia literaria que necesito.

domingo, 7 de marzo de 2010

Ying Yang

Cuando estoy con ella me vuelvo torpe, como si llevara guantes de boxeo. Afortunadamente ella es fuerte como un saco y encaja los golpes como las caricias que pretenden ser.

Cuando hablo con ella me vuelvo poco hábil, como con manoplas de cocina. Menos mal que ella es dulce como un postre y entiende mi escaso tacto.

Cuando la miro me vuelvo obtuso, como leyendo un libro alemán. Por suerte ella es paciente como una maestra de párvulos y traduce mis balbuceos.

Cuando la toco me pongo acelerado, como un solo de guitarra. En compensación ella es suave como una nana y su música amansa mi fiera.

Me he dado cuenta de que encajo perfectamente entre tus brazos.