martes, 31 de marzo de 2009

¿Sartresiana?

Una chica horrible ocupaba el asiento contiguo. Era tan fea que parecía hecha a propósito para una de esas películas-parodía americanas. Sería difícil distinguir su edad, desde luego. Si Platón fuera capaz de concebir la idea de fealdad, sin pensar en ella como carencia de belleza, aún se sentiría humillado al ver a la realidad superando de nuevo a la imaginación. Otra gran victoria de la práctica sobre la teoría. Malamente visible, era toda una cosa-en-sí. Gafas, dientes terriblemente descolocados, nariz aguileña, la piel de la cara poblada de cráteres macilentos... y un olor espantoso a podrido y bilis.

Me levanté para ponerme al fondo del autobús. Alguien había vomitado, quizá no tuviera ella la culpa del tufo, pero ¿qué demonios estaba haciendo? Algo con un imperdible abierto y un líquido negro y repugnante, con aspecto de brea -acaso una pócima mágica-, en el culo boca arriba de una lata de Aquarius. Al sentarme, al principio, pensé que Eso era lo que apestaba, hasta que descubrí el pastel. Sin embargo, más tarde no descarté que Eso o ella fueran la causa del chiste del último asiento.

En fin, yo me recliné en el penúltimo, con las rodillas apoyadas en el respaldo de delante, como siempre, mientras leía a Burguess y escuchaba la lista aleatoria del iPod. Canción 381: Scissor Sisters - She's my man, poco apropiada para el autobús y la náusea que contenía. La 382, de The Melvins, fue mucho más oportuna. Pura grunge (mugre, en inglés) en mp3 en el mugriento autobús con la mugrienta niña -llevaba un chándal rosa chicle lleno de bolitas por exceso de lavado y una camiseta azul celeste sorprendentemente limpia- de los calcetines blancos con mil vueltas en el mugriento dobladillo. No se veían sus piernas, pero si tuvieran la mitad de pelo que sus brazos...

Dos filas por delante de mí (en el asiento anterior a la hija del monstruo de Frankestein), un hombre miraba de soslayo continuamente al proyecto de-bruja-de-cuento-de-los-hermanos-Grimm. Llegando a Avenida de América, el hombre se levantó, recogió su chaqueta del último asiento y salió a toda prisa por las escaleras.

Por si fuera poco, llevaba un piercing y un abrigo rojo y negro. Y me la volví a encontrar en el metro.

martes, 24 de marzo de 2009

Solo con una

Llevo varios días sin escribir nada. Nada de nada. Y cuando pienso en apoyar el puño en la hoja cuadriculada no consigo imaginar más que una palabra. Siempre visualizo los mismos feos trazos de mi caligrafía manuscrita, sin saber siquiera qué quiere decir ni qué puede transmitir. ¿Qué cojones voy a contar con una sola palabra?

Y puedo ver la tinta corrida en el papel arrugado que crepita desdoblándose en la papelera. Líneas enteras, párrafos, páginas y cuadernos. Una sola palabra repitiéndose continuamente, letra por letra, hasta el infinito, en distintos tamaños y tipos de letra (MAYÚSCULAS, minúsculas, cursivas), pero siempre la Única. Hojas y hojas en blanco, llenas de surcos, cuando se secan los bolígrafos, a la espera de los que siguen. Y los libros de las estanterías, desgarrados en el suelo, superpuestos mis renglones a la tipografía negra que, si uno se concentra, aún se puede leer (solo quedan ahora rotuladores verdes) y Michael Ende perdiéndose en su propia Historia.

Ya sin papel ni tinta las paredes brillan rojas rezando en voz baja, musitando la palabra, mientras yo la grito a través de mis dedos y sus uñas rompiéndose a lo ancho de los rugosos muros. La angustia del que escribe. Al fin las muñecas quietas y la espalda en el suelo, mis labios esbozan repetidamente la mueca que precisa este verbo maldito, con altibajos, eso sí. Tan pronto murmurando en la noche de una playa desierta de vivos a las estrellas, como gritando sobre montañas nevadas de semen a los vientos silenciadores. Hasta llegar el momento en que solo el susurro es posible, entre los labios apergaminados (por desgracia, no lo suficiente para escribir aliviado sobre ellos), blanquecinas las comisuras, y perderse el texto, acabarse el cuento vocalizando un estertor y un punto y final.

"Farsa".

lunes, 16 de marzo de 2009

EXD - Aerótico

Por Javier Velázquez y Nacho Bibián.

Si te quiero
y es mentira,
no es porque no pueda,
es porque no quiero.
Y es mentira
porque te veo invisible
y en mis sueños no apareces.
Y ahora creces sin medida
para darme una lección.

Si pierdo la cabeza
y te miento de mañana,
no es porque yo sea malo,
es que no sé ser bueno.
Y te miento de mañana
porque todos los gatos son pardos
y tú eres toda una perra.
Y follar contigo no es follar,
es perder mi Norte y Sur.

Si te pierdo
y no me importa,
olvidaré tu cara y tu pelo
por si todo era mentira.
Y no me importa
porque lo que pasó se ha ido
y el futuro nunca espera.
Y mi vida seguirá remando,
sin las velas de tus ojos.

Si el título te suena de algo, mira aquí.

jueves, 12 de marzo de 2009

Tras el día de mi muerte

Si tengo que tragarme esta mierda, ¡joder, traedme palomitas!


Si no lo entiendes pincha aquí (igual haciendo autopromoción...)

lunes, 9 de marzo de 2009

Rec - viviendo

Por lo visto -no por mí, por otros-, Benjamín Botón nace siendo viejo para ir juveneciendo (no cabria aquí el "re-") a medida que [de]crece, teniendo una muerte, debería suponerse, envidiable, entrando en una mujer.

En el cuento de Carpentier Viaje a la semilla, la vida de un hombre se rebobina al llegar Tánatos, empezando el relato en el occidente y acabando, no solo en el nacimiento, sino más allá.

Según algunas leyendas, Merlín el Mago vivía hacia atrás y por ello conocía el futuro. ¿Estarán contentos Platón y Descartes con lo que eso supone? Significaría que llega a la vida con todo el conocimiento y a medida que avanza, por decirlo de alguna manera, va recordando experiencias. Sin duda, esta persona podría no limitarse a ser un vulgar consejero de un rey feo y bajito con un nombre tan feo y bajito como Artús y llegar a ser un dios en la Tierra, al no ser posible otra clase de dios (no personificado, al menos).

Hay un problema en esto: si alguien conoce lo que ocurrió y lo que llegará, ¿realmente tiene devenir? ¿No sería su vida moverse en el tiempo atrás y adelante hasta la eternidad?

Puede que, tras viajar a la semilla, revivamos nuestra historia. Quizá así se explicara la posibilidad de la existencia del Cielo/Infierno. El primero consistiría en poder pasar de escena de la película cuando llegan los malos momentos y el segundo, en que el botón del fast forward esté atascado, o incluso se vea un remake de las peores jugadas.

Solo queda desear que Merlín el Magnánimo y Altísimo retrase al máximo ese momento: nunca me convenció el cine español.